Una vez a la semana las agencias internacionales de noticias nos dan nuestra dosis semanal de concienciación sobre lo malos que son los iraníes. Desde hace meses, me encuentro semanalmente con pequeñas y fugaces cápsulas informativas sobre el programa de enriquecimiento nuclear de Irán y lo necesario que es que EEUU nos salve de nosotros mismos invadiendo Irán, invasión esta que ya se prevé para la primera mitad de 2008. Ya sé que lo que viene a continuación puede sonar a conspiranoico pero si se me concede un voto de confianza y se analizan fríamente los hechos salta a la vista que no lo es. Esta campaña de concienciación emanada principalmente desde Estados Unidos, y vehiculada a través de United Press y Reuters, de donde maman prácticamente todas las agencias de noticias del mundo busca la aprobación de la opinión pública ante el inminente ataque de EEUU a Irán. ¿Pero qué hay detrás de este ataque? En teoría, el peligroso programa nuclear de Irán. O eso nos cuentan.
Desde finales de los 90 el euro ha supuesto una pesadilla para el dólar y por ende, para la economía norteamericana. Desde su aparición, cuando se fijaron los tipos de cambio de las monedas de la Eurozona con respecto al euro, mucho antes incluso de que lo tuviésemos en el bolsillo, el euro siempre cotizó por encima del dólar. Esto tuvo y tiene importantes repercusiones para la economía estadounidense. Actualmente el dólar está estabilizado en un cambio de 0,75 euros y ha aguantado el embate con relativa aunque maltrecha dignidad. Pero esta estabilidad es una falacia. El dólar se mantiene en ese puesto y como moneda fuerte de forma artificial porque es la única moneda con la que se puede pagar el petróleo.
El euro es una moneda fuerte en sí misma. Su fortaleza como moneda radica en ser la moneda de la primera potencia económica y social a nivel de consumo del mundo. Es la moneda de cerca de 500 millones de personas que tienen un PIB de casi 15,5 billones de dólares. Estados Unidos, por su parte tiene una población que no llega a los 300 millones de personas y un PIB de algo más de 13 billones de dólares. Además, las medidas de transparencia fiscal aplicadas en Europa son infinitamente más confidentes que las vigentes en EEUU donde cada vez son más habituales los casos de ingeniería financiera y ocultismo fiscal, con escándalos como Enron.
Por otro lado, las políticas imperialistas de EEUU llevadas a cabo desde finales del siglo XIX (el intervencionismo en los asuntos de las jóvenes repúblicas hispanoamericanas desde 1875, o la anexión de Cuba, Filipinas, Puerto Rico, Guam y las Marianas, tras la guerra hispano-americana de 1898) y especialmente desde el final de la Segunda Guerra Mundial han polarizado radicalmente la postura del resto de naciones hacia EEUU. Normalmente o se muestra una adhesión casi servil, o se hace de Norteamérica el origen del mal. La política de la Unión Europea, lejos de ser imperialista es integradora y proclive a abrir las puertas a los nuevos miembros que voluntariamente deseen adherirse a un esquema socioeconómico de trabajo en común y beneficio para todos. Un esquema de solidaridad donde los más desarrollados cooperan en aumentar el nivel de vida de los menos desarrollados, lo cual no deja de ser una ventaja ya que al aumentar este nivel de vida se convertirán en compradores de los primeros. (En dos palabras: Alemania puso dinero para que España mejorase su renta per cápita en los 80, y en los 90 España compraba los BMW y Audi alemanes). Esta política europea hace que despierte muchas más simpatías que EEUU, simpatías hacia la Unión Europea que van aumentando en adeptos.
El petróleo se negocia actualmente en tres bolsas de petróleo o mercados de crudo: El North America's West Texas Intermediate basado en Texas, el North Sea Brent Crude basado en Noruega y el UAE Dubai Crude, basado en Dubai. Todos se negocian en dólares (¿algo que ver con que Noruega no pertenezca a la Unión Europea?). Si el dólar se mantiene por encima es única y exclusivamente porque cualquier país del mundo, sea o no amigo de Estados Unidos, se ve obligado a comprar dólares para con ellos pagar a los productores de petróleo. No sólo eso, sino que esos mismos países se ven obligados a mantener reservas de dólares proporcionales a su demanda de petróleo. Esto no hace sino aumentar la cotización del dólar respecto a todas las demás monedas (incluido el euro). Por contra, si EEUU necesita comprar petróleo sólo tiene que emitir más moneda y la penalización inflacionaria de la emisión adicional de moneda queda perfectamente amortiguada por el aumento de valor internacional producido por la compra constante de dólares por parte del resto de países. Cualquier intento de cambio de este esquema ha de partir necesariamente de un productor de primer orden, países que EEUU se esmera en mimar para evitar ese cambio.
Uno de los países tradicionalmente enfrentados (desde los años 70) a EEUU ha sido Irán que precisamente es un productor de primer orden. Hasta el momento Irán negociaba su crudo en la bolsa de Dubai, cobrando en dólares. La aparición del euro como moneda con cambio fijado en 1999 abrió una nueva posibilidad. En 2005 Irán anunció la apertura en marzo de 2006 de una bolsa de petróleos iraní (IOB, por Iranian Oil Bourse), que estaría negociada en euros, en vez de en dólares. Aproximadamente en esa fecha empezaron a llegar las primeras noticias sobre lo malos que eran los iraníes. Informaciones que, aunque veraces podrían estar sesgadas o ser parciales para inclinar la opinión pública hacia una postura hostil hacia Irán. Desde entonces, diversas cuestiones, como la elección del presidente iraní Ahmadinejad primero, los "problemas técnicos" aducidos por el Ministro del Petróleo iraní Hamaneh después, o la tensión creciente con EEUU más tarde, han ido postergando sine die la fecha de inicio de las operaciones de la Bolsa de Petróleos Iraní.
Si esta iniciativa se llevase a cabo, ni que decir tiene que toda la Unión Europea pasaría a comprar el petróleo directamente en euros. Además, los países limítrofes a la Unión Europea muy probablemente pasarían a comprar el petróleo en euros, y una pléyade de países no alineados con EEUU abandonarían el dólar para adquirir enormes reservas de euros para hacer frente a sus pagos de petróleo. El euro ocuparía el lugar que realmente le corresponde como moneda. Esto implicaría un aumento aún mayor de la diferencia entre euro y dólar, un aumento increíble del poder adquisitivo europeo respecto al estadounidense. Además esto convertiría también a Irán (un país islámico ¿pero? democrático y con niveles de educación, igualdad de la mujer y equilibrio social a años luz de los que hay en Arabia Saudí) en uno de los países más ricos del mundo y a su vez podría resultar en una verdadera debacle económica para EEUU. Las repercusiones podrían incluso suponer que otras bolsas de petróleo comenzasen a admitir en todo o en parte el pago en euros para evitar la fuga de compradores hacia la Bolsa de Petróleos Iraní. Estados Unidos podría tener que acabar comprando euros para hacer frente a sus pagos de petróleo. El poderío económico y la influencia internacional de EEUU se vendrían abajo. El esquema de poder cambiaría radicalmente en cuestión de pocos años y el mundo dejaría de ser como lo hemos conocido en el último medio siglo. Y lógicamente Estados Unidos no está dispuesto a permitir que esto ocurra, aunque para evitarlo tenga que desencadenar una guerra nuclear.
El pulso Irán-EEUU no es nuclear, sino económico. El problema de fondo es que Estados Unidos jamás podría reconocer ante su propia opinión pública ni ante sus socios internacionales que un país como Irán puede, simplemente con un rumor (ya que por el momento la Bolsa de Petróleos Iraní no es más que una entelequia), poner en jaque a la economía estadounidense, por lo que en ese momento resulta imprescindible buscar una excusa suficientemente potente como para justificar una invasión que permita controlar el gobierno y la extracción de crudo iraní.
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