22 may 2007

Memoria a corto plazo

Mi memoria a corto plazo es frágil. Mientras que tengo relativa facilidad para almacenar datos, las tareas del día a día se me olvidan. Muchas veces mientras conduzco, mientras como, mientras camino por la calle o cuando no tengo dónde escribir, pienso en algo para buscar información sobre ello (conato asperger) o se me ocurre un buen tema para un artículo en el blog. Desde que los móviles incorporan grabadora vivo mucho más tranquilo. Sólo tengo que grabar el pensamiento y así lo recuerdo luego. Y digo bien: Lo recuerdo luego. Porque por alguna misteriosa razón si no lo grabo, no me acuerdo, pero cuando lo grabo, no necesito escuchar la grabación.
¿Por qué aunque diga en voz alta lo que tengo que recordar se me olvida a no ser que lo grabe para no olvidarlo, en cuyo caso lo recuerdo sin necesidad de la grabación?

1 comentarios. Deja alguno tú.:

Laura Sahagún dijo...

Es el mismo fenómeno de la chuleta (no la de comer, sino la de copiar en el Instituto): te decidías a hacerla, la elaborabas meticulosamente (incluso mediante la labor de alta filigrana de grabarla a punta seca en las facetas de un boli Bic a tamaño microscópico; método al cual se deben tantas presbicias prematuras), y, al acabar, te dabas cuenta de que ya te sabías todo perfectamente. O sea, te dejabas los ojos para nada, porque si de copiar se trataba, ya no te iba a hacer falta. Paradojas adolescentes...
La cuestión es la atención que se pone en algo. No basta con que se te ocurra algo: has de mantenerlo en el pensamiento durante el tiempo suficiente para que ese algo profundice un poco más allá de la superficie de tu corteza cerebral, y añadirle, si es posible, alguna asociación mnemotécnica para conseguir el mismo efecto (yo, personalmente, prefiero las imágenes absurdas). El asociar un contenido mental determinado a una grabación, o a una chuleta, y la dedicación que cualquiera de estos métodos conllevan, suele ser suficiente.

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