Creando realidades

El pasado domingo intenté sin éxito dar con La Sima, un volcán de la cadena volcánica del Campo de Calatrava, y relativamente conocido por su mención en las Relaciones Topográficas de Felipe II. Tras vagar por las interminables extensiones de La Mancha (aunque para alguien que ha cruzado la Pampa en "omnibus" eso ya es una niñería), di con el volcán de marras, pero me equivoqué y subí al cerro de al lado. Cuando me di cuenta no me apetecía subir al verdadero volcán de La Sima porque además ya era algo tarde, estaba cansado y hasta los huevos de pincharme con los cardos. Así que emprendí el camino de vuelta jurándome volver para subir a ver las flamas calientes de las que hablaban los lugareños en 1575. De vuelta, paramos en Madridejos a tomar una caña, mear y terminarnos la tortilla y los filetes empanados que habían sobrado de la comida. Tras liquidar los restos del almuerzo, nos acercamos a un kiosko que hay en mitad de la plaza con una agradable terracita, para tomar unas cervezas. Allí sentados en la plaza del ayuntamiento vimos el chiringuito que había montado porque a las siete de la tarde (según anunciaban por megafonía los molestos coches de propaganda electoral) el PSOE iba a celebrar un acto (que es como ahora se llama a los mítines). Y allí estábamos mi amiga Laura y yo sentados en aquella terracita, caña en ristre observando el paisanaje de jubilados que a las 18:40 ya se apresuraban a copar las primeras filas. Dado que llevaba el teleobjetivo en la mochila y que iba disfrazado de fotógrafo, decidimos quedarnos a que empezase el acto y hacer unas cuantas fotos semiprofesionales por aquello de hacer fotos por amor al arte. Cosas de foteros... El caso es que dieron las siete y el acto no empezaba y entonces empezamos a charlar Laura y yo acerca de lo fácil que es manipular la realidad a la hora de informar. Empecé pensando que un popular podría decir "esta es la puntualidad del PSOE". Al poco una niña de unos 9 años empezó a repartir entre los asistentes al acto, y entre los que estábamos sentados en la terraza del bar algunos bolígrafos y otro merchandising del mismo partido. Y continuamos con la coña "El PSOE explota a la infancia. El PSOE utiliza niños para hacer campaña", etc. Y es que crear realidades, o al menos modificar lo que las personas piensan sobre dichas realidades es tremendamente fácil. Por ejemplo, en Argentina la práctica totalidad de sus habitantes dan por hecho que casi un millón de kilómetros cuadrados de la Antártida pertenece a la Argentina, y de hecho esto es algo completamente asumido y normal en sus conversaciones cuando alguien dice que Comodoro Rivadavia es el centro del país, tomando como Norte Jujuy y Salta, y como límite sur el polo Sur geográfico, donde termina la cuña de la Antártida Argentina. El caso es que Argentina no ejerce ninguna soberanía sobre dicho territorio, pero sin embargo a los escolares se les enseña así, y los mapas que cuelgan de las paredes de los colegios incluyen la mencionada Antártida Argentina, además de las Islas Malvinas, y las llamadas Antillas Antárticas. Y esto es sólo un botón de muestra. No hay más que ver lo diferentes que pueden ser los textos escolares hablando sobre un mismo tema. Los políticos gobernantes, a través de la instrumentalización de la educación tienen en sus manos un tremendo poder del que no estoy del todo seguro sean conscientes. Alienar cientos de miles, quizá millones de mentes creando realidades no es la mejor forma de alcanzar las metas. Es simplemente utilizar cobardemente aquello que uno tiene a mano para aliviar el ansia de lo que uno no puede hacer. De la misma manera que el oficinista gris al que encantaría pegar a su jefe pero como no se atreve, prefiere pegar a su mujer cuando llega a casa. Intentar crear una realidad a base de lavados de cerebro y de inculcar en otros falsas ideas es una medida de nuestra propia impotencia e incapacidad para transformar la realidad que nos rodea y hacer que eso que deseamos no sea una falacia en la mente de muchos, sino algo cierto a la vista de todos.