No aprenderemos. Todos los que estamos en este negocio estamos acostumbrados a una serie de situaciones vergonzosas que sin embargo se siguen dando una vez tras otra. Cito un ejemplo. En la empresa en la que yo trabajo (una importante petrolera), una importante empresa de servicios (basada en Dayton, Ohio) realizó un trabajo que cobró a precio de élite, y sin embargo es una basura que avergonzaría incluso a alumnos de primero de Ingeniería Informática y que está suponiendo un coste de mantenimiento superior incluso al que supuso su desarrollo. Pero esto es sólo un episodio más. Llevo muchos años en este gremio y he visto increíbles proyectos a cargo de empresas de esas que son un "referente" con presupuestos astronómicos, costes aún mayores y cuyo resultado acaba siendo (si se termina el proyecto) francamente descorazonador. ¿Y qué pasa al final? Nada en absoluto. La empresa enorme se gasta el dinero, la consultora enorme cobra, el proyecto es una mierda que no hay por dónde salvarlo y aquí no pasa nada. Rumores de comisiones que se entregan a cambio de otorgar proyectos y trabajadores mal pagados y peor dirigidos. Más mileuristas.
Y resulta que algo similar ha pasado con el la web del Congreso de los Diputados. El Congreso, como casi todos los estamentos de la Administración española, tenía una web verdaderamente infame. Sólo la de la AEAT se salva de la quema levemente, y sólo en su fachada, ya que las páginas de tercer nivel y en adelante siguen siendo las mismas infames de siempre. Pero volvamos al Congreso. La web del parlamento era igual de horrible que el resto de sus compañeras del Estado, y Manuel Marín, siempre presto a mejorar lo presente emprendió la tarea de hacer una nueva web que estuviese a la altura de las circunstancias. Se convocó un concurso y claro está, lo ganaron dos empresas de prestigio: Telefónica e Indra. La verdad es que no me explico cómo el Director de Informática del Congreso no sabe de qué va la vaina en este mundillo, aunque si los informáticos del parlamento tienen la misma idea que los parlamentarios que idearon la LSSI, ya no me sorprendería nada. En fin, para qué dar más rodeos. La web del Congreso es otra puta bazofia. El equipo que la ha hecho hizo su última web con FrontPage y en 1998 a juzgar por la calidad del código: Escaso y mal uso de CSS, empleo de etiquetas HTML desestimadas por el W3C, código repetido, escasa optimización, vamos, toda una "joyita" hecha por la flor y nata de las empresas de servicios informáticos del panorama español, ni más ni menos que Indra y Telefónica. Por supuesto los que hicieron el trabajo no fueron personal de Indra ni de Telefónica. Estas dos empresas simplemente compraron carne a otras empresas más pequeñas y así sucesivamente con unas dos o tres subcontratas por debajo. Un montón de gente en la cadena llevándose un bocado del trabajo que realiza uno solo. Al final el congreso paga a Telefónica o a Indra hasta cuatro o cinco veces lo que se lleva el trabajador. Lo más gracioso resultó ser que en un primer momento el sitio web mostraba los sellos de accesibilidad (WCAG 1.0) y de hojas de estilos (CSS) cuando no superaba el examen del validador de estos estándares. El colmo de la cara dura. Al menos han tenido la decencia de quitar estos sellos.
Lo cierto es que cualquier chaval con un mínimo de interés y ganas (y algunos euros de por medio) habría hecho un trabajo millones de veces mejor (no hay más que ver los cientos de portales web hechos por amor al arte a lo largo y ancho de Internet y con una calidad francamente admirable). Pero Indra y Telefónica (empresas que se caracterizan, como muchas otras de su calaña, por el racaneo generalizado y la congelación de sueldos a sus empleados) se han embolsado su buen dinero, que a fin de cuentas es lo que prima. Que la nueva web sea más bonita, pero igual de pestosa que la primera es lo de menos. De nuevo la misma historia que ya estoy harto de ver...
Así que, estimado contribuyente, que sepas que parte de tu dinero se lo han embolsado (en esta ocasión) Indra y Telefónica a cambio de un abominable trabajo sin que nadie en el Congreso lo supervise o proteste, y ha tenido que ser un periódico quien levante la liebre.
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