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Plutón raptando a Proserpina, visto por Bernini. |
Sabía que no podía albergar sentimientos así por ella. Deseaba que el mármol se hiciera carne, pero era consciente de que aquello era inviable.
"Lo nuestro es imposible", resonaban aquellas palabras de telenovela pronunciadas sólo dentro de su mente pero que parecían un designio divino. La veía a ella, allí, zalamera, que le rondaba sin dejarle acercarse ni alejarse, provocándole a sus ojos. Él, loco de deseo por compartirlo todo con ella, maceraba la idea de raptarla y arrastrarla para siempre a su infernal morada, donde sin duda la colmaría de todo cuanto deseara. Sería su reina por siempre. Sin embargo el remordimiento aporreaba las puertas de su conciencia sin piedad. Sabía que aunque quería, no podía. No debía hacerlo so riesgo de condenarse a sí mismo. Finalmente, se ciñó su casco e invisible, se aprestó a acercarse a ella furtivamente y hacerla suya de una maldita vez apara acabar con su desazón.
Cuando ella menos lo esperaba, se abalanzó sobre ella y la atrapó en un abrazo eterno. Mientras ella forcejeaba, él hundió sus dedos en su muslo y su mano la asió firme por el talle, dispuesto a no dejarla escapar. A arrastrarla con él. Loca ceguera de amor era la que guiaba sus movimientos. Y entonces, la carne se hizo mármol. Juntos y al tiempo separados por siempre.
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