Me encanta el modelo de negocio de las Entidades Gestoras de Derechos de Autor, véase la SGAE y el resto de satélites que le bailan el agua. Se basa en lo siguiente: Proteger una industria basada en vender tortas sevillanas pero con la particularidad de que no se comen. Son de plástico y vienen serigrafiadas en colorines y llevan un agujero en to'l medio. Como soporte de audio es una castaña, y por eso hace siglos que el resto de los mortales dejamos de usar un medio tan absurdo y nos pasamos a otras soluciones como por ejemplo digitalizar la música en forma de archivos MP3 y meter en un cacharrito del tamaño de un llavero, lo que no nos cabría ni en una mochila de acampada si llevásemos las dichosas tortas de aceite. Pero esta gente, como vive anclada en el pasado, sigue fabricando sus tortas sevillanas que no se comen. Y claro, cuestan dinero. La verdad es que lo más caro de la oblea de marras no es la música que lleva dentro, sino toda la parafernalia de plástico, serigrafía y papelillos que la acompañan, pero ellos se empeñan en venderla. El problema cuando vendes algo ineficiente, es que o buscas vendérselo a tontos (lo que se suele traducir por timar) o bien tienes que buscarte las vueltas para que la gente compre algo que sabe que es una mierda. Y entonces se les ocurre algo fantástico: Bajar el precio. Y claro, la gente compra algo más... Pero bajar el precio tiene la insidiosa contrapartida de que, si bien para tus clientes es cojonudo, para ti es una putada, porque pierdes dinero. De modo que hay que ingeniárselas para recuperar eso que pierdes en la rebaja que haces a tus clientes. Lo que hacen todos los comerciantes es asumir ese margen negativo como gasto comercial, de promoción o como se quiera llamar, pero dice el refrán castellano que en el arca de avariento, el diablo yace dentro, así que a esta gente se le ilumina la bombilla: «Lo que no les cobramos a nuestros clientes, ¡se lo cobramos a los que no son nuestros clientes! Toma ya.» Haciendo negocios son únicos. Así que se inventan un canon, o impuesto totalitario e indiscriminado que se cobra a todo el mundo por el uso que de su producto hacen sus clientes. En concreto por el uso llamado "derecho de copia privada", un derecho que se compra... lo cual no deja de ser curioso, y lo que es más curioso aún, que no lo compra quien lo adquiere y/o lo ejerce, sino que se le da el sablazo a un señor que pasaba por allí sin comerlo ni beberlo. Y lo que todavía es más rebuscado: El satisfecho cliente al que el resto de la Sociedad le ha comprado el derecho de copia privada, tampoco puede ejercerlo, ya que los mismos que cobran por ejercerlo, impiden dicho ejercicio mediante medidas que impiden la copia. Si Kafka levantara la cabeza... ¿Y Franco qué dice de tó esto? Pues los gobiernos de uno u otro color, legitiman este impuesto privado cuando están en el poder, y lo vilipendian cuando están en la oposición, no exigen transparencia financiera estas entidades de gestión que lo cobran, y a los que lo pagamos, que nos den dos duros.
A todo esto, un grupo de valientes disidentes del totalitarismo, la plataforma Todos contra el Canon, sugiere una perogrullada pero que a estos señores de las entidades de gestión, ya sea por maldad de hijos de puta, o por bendita ignorancia, se les había pasado por alto. Y sugieren: «Si un señor que se compra un disco de Bustamante, quiere tener el derecho (y mala baba) de hacer copias de dicho disco, (copia privada, se entiende), que sea ese señor el que se pague su "derecho de copia privada" y nos deje a los demás en paz, ¿no?» Dicho así, parece bastante lógico. Pues no, estos señores de los que hablamos, dicen que esa es una propuesta absurda, que confundiría al consumidor... Y que claro, esa medida tan irracional, subiría los precios de sus tortas sevillanas y sus clientes son lo primero. Mientras ellos puedan cuidar a sus clientes a costa del dinero de los demás, que se joda el cocodrilo. Pero eso sí, a renglón seguido estos desgraciados dicen que están abiertos a seguir estudiando (me troncho) propuestas para solucionar que la gente les llame ladrones o hijos de puta, y los jueces no puedan sino suscribir el sentir popular.
Así que yo voy a hacer lo mismo con mi modelo de negocio. Y no sólo eso, sino que propongo a todos los gremios de España hacer lo mismo. No vamos a ser menos que las discográficas. Todo el mundo a rebajar los precios a sus clientes, y luego reclamar a las operadoras de ADSL, a los fabricantes e importadores de discos duros, o a los de bolígrafos, o a las empresas de salchichón (es lo de menos, ya se nos ocurrirá una forma de conectar nuestra pérdida de ganancias, con la justificación de que Campofrío le pague al gremio de sastres... por ejemplo porque al engordar sus clientes a causa del chopped, se les saltan las costuras, lo cual así como excusa a bote pronto, no me ha quedado del todo mal), y que dichas empresas, decía, nos paguen un canon, que ineludiblemente repercutirán ellos a sus clientes por supuesto, para compensarnos a nosotros por el uso que nuestros clientes hacen de nuestros productos. Cojonudo, ¿eh?
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