22 may 2009

Carta abierta a González-Sinde

Mi siempre estimada y nunca bien ponderada Ministra de Cultura, doña Ángeles González-Sinde.

He leído con estupor sus últimas declaraciones realizadas en el marco del Congreso de Economía y Cultura, celebrado en estas fechas. Entre otras cosas, usted ha manifestado que "considera asustante que los libros circulasen libremente por Internet" (sic). Personalmente quisiera hacerle notar que Internet, a pesar de las demonizaciones que sus amigos de la SGAE le habrán contado, es un medio de difusión de la cultura, tarea para la cual (en teoría) usted está en el cargo de su ministerio. Una de las facilidades que tiene esta maldita Internet es precisamente la enorme cantidad de información y la facilidad para el intercambio de la misma. Lamentablemente el acceso a los libros aún no es el esperado. De ser así, los ciudadanos no escribirían con un volumen de faltas de ortografía e incoherencia gramatical desconocidos desde antes de 1713, ni los ministros de Cultura utilizarían palabras inexistentes como "asustante", (por no volver a traer a colación la perla de su colega de Igualdad sobre las "miembras").

De modo que no, mi señora ministra, yo no veo ni asustante, ni tampoco espantoso el hecho de que circulen libros por Internet. De hecho he leído montones de libros en formato electrónico que de otro modo quizá no hubiese tenido ocasión de leer.

Déjeme decirle, por ejemplo, que el arcaico, inflexible y asustante sistema de distribución y comercialización del mercado editorial que tenemos en España es una de las causas (junto con el bodrio de Correos) de que no se implante en nuestro país la mayor librería del mundo (Amazon.com) como sí sucede en países de nuestro entorno como Francia, Reino Unido o Alemania. Y eso es responsabilidad de quienes tienen en España secuestrado al libro como institución y vehículo cultural, a saber, y entre otros, además del Gobierno de España (a cual más pésimo independientemente de su color), o de sus compañeros de congreso, los negociantes de la cultura que miran más por la primera mitad de ese binomio.

A respecto de la declaración sobre el pavor le produce "que la piratería se implante en otros sectores culturales como el del libro", la confesaré que no sé a qué "piratería" se refiere. No sé si teme que alguien se baje libros de Internet, los imprima y los venda con ánimo de lucro porque al precio que tiene la tinta de impresora, poco negocio haría. Aunque tal vez es que usted llama "piratería" al mero hecho de descargarse y acceder a la cultura para consumo propio, y sin ánimo de lucro, y por ende, "piratas" a quienes tal acto realizan. A colación de esto, quizá deberían aplicarse el cuento ese que ustedes los señores del PSOE tan enérgicamente esgrimieron contra el PP, de que "una mentira repetida mil veces no se convierte en verdad", y dejar de una puñetera vez, de tildar a quienes, como yo, nos descargamos de Internet contenidos sin ánimo de lucro, de "piratas" o cosas peores, ya que no sé si lo saben, pero son ustedes quienes nos calumnian a muchos españoles acusándonos de un delito que no cometemos, a sabiendas de la falsedad de su acusación. El día que nos pongamos de acuerdo y les metamos una demanda colectiva por cada una de las veces que ustedes, señores ministros, a la SGAE, Promusicae y todos los demás cantamañanas que nos siguen insultando y calumniando impunemente, llamándonos a cientos de miles de personas "piratas", delincuentes y demás, se les caerá el pelo y entonces quizá se dejen de monsergas.

No acabo de entender cómo una ministra de cultura se muestra tan preocupada por el negocio, siendo esa competencia de sus compañeros de congreso. Pero déjeme abrirle los ojos, y decirle que las reglas han cambiado. Que con sus declaraciones y actitud, usted es cómplice de cómo se intenta manejar una industria anticuada, regulada por leyes decimonónicas en una realidad que les ha dejado atrás, y a la que ustedes, legisladores, gobernantes, empresarios y demás, no se han sumado porque no han querido. Porque han creído que podrían seguir controlándolo todo al margen de la ciudadanía. Y erraron. Perdieron la batalla, y la Historia nos dará la razón. Porque en democracia no se puede legislar contra una mayoría. Porque gente como ustedes es la que criminaliza no ya el hecho probadamente no ilegal de intercambiarse contenidos con derechos de autor sin ánimo de lucro, sino que llega al extremo de procesar a quien desarrolla una herramienta informática que lo permite, lo cual, permítame ponerle una analogía asustante, es como si intentásemos condenar a un fabricante de cuchillos de cocina porque en algunas circunstancias, puede que quizá, tal vez, alomojó se utilicen para cometer delitos.

Es lógico que determinados poderes intenten coartar este libre flujo de información. No se puede cobrar por lo que está descontrolado, y el paso previo a la tarificación siempre es la regulación y el control. Pero ahí pinchan en hueso porque la Humanidad reclama la Cultura como bien propio, no como algo que los negociantes puedan ofrecernos con cuentagotas al precio que les plazca. Cuando se intentan conjugar Economía y Cultura (como versa el nombre del congreso en el que acaba de participar) es fácil que en pos de la primera, salga trasquilada la segunda. Y usted, permítame recordárselo, no es ministra de Economía sino de Cultura.

Afectuosamente
http://lironcareto.openid.es

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