Le contaba yo a Fermín la semana pasada, a propósito de la elección de Rouco Varela como presidente de la Conferencia Episcopal Española, que me daba a mí en la nariz que eso era un signo claro de que el estamento eclesiástico no las tenía todas consigo sobre la tan cacareada victoria del PP en las elecciones del domingo, y que colocar al correoso Rouco era una forma de preparar el terreno ante una nueva legislatura de la mano del PSOE.
El clero, que no necesita aparentar autoconfianza, colocaba al frente a su más férreo valedor, en contra de lo que pudiese parecer si confiasen realmente en una victoria clara de Rajoy.
Y mi olfato no me falló.
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