Ayer me sucedieron dos cosas casualmente muy relacionadas entre sí. Por la tarde, en mitad de un formidable atasco, mantuve una interesantísima conversación con mi buena amiga Yaiza sobre los celos en las relaciones de pareja y su causa más directa: La falta de confianza.
Anoche, pocas horas después de aquello, fui a consultar un blog que sigo con frecuencia, y vi que había desaparecido. Lo escribía una blogger que conozco me comunicaba que había cerrado su blog. ¿El motivo? Su pareja había tenido conocimiento de que nos conocíamos y leíamos nuestros respectivos blogs, y eso, (unido quizá a artículos como el de la exclusividad sexual), le había bastado para ver peligrar su relación. De modo que tras un increíble número dramático de llantos y crujir de dientes, ella había “decidido” cancelar su blog, ya que a ojos de él, este había sido el medio por el que alguien (yo) se había puesto en contacto con la autora y por ende, ese alguien (yo) hacía peligrar su relación de pareja. Todo ello pasado por el tamiz de su particular visión de la vida. Ella me expuso la cuestión, y concluyó con algo que suele ser un denominador común en todos estos casos: El descargo que ella, aún agraviada por un comportamiento irracional y absurdo de su pareja, hacía de él, excusándole e incluso justificándole con un lugar común: “Es que lo ha pasado muy mal.” Siempre diré que cuando alguien tiene un comportamiento tóxico y pernicioso, tiene tanta responsabilidad quien lo emite, como quien lo justifica y refuerza.
Cuando me lo contó no podía creerlo. Con esta muchacha apenas había intercambiado un par de correos y una media hora de chat, sobre temas comunes. En ningún momento hubo por ninguna de las dos partes el más mínimo flirteo ni intencionalidad ninguna, y sin embargo aquello le bastó al pobre chaval para montarse la película padre en su cabeza e imaginarse todo lo imaginable. El pensamiento directo que se me ocurrió fue aventurar qué pasaría si ella coincidiese con un guapo compañero de trabajo al que viese todos los días durante ocho horas o más. Supongo que él la impelería a dejar su trabajo, claro. Y a tenor de las circunstancias, ella accedería, claro.
El meollo de este asunto radica en la confianza (no sólo en la confianza en la pareja, sino también en la autoconfianza). Charlando con Yaiza establecíamos que en cualquier relación de pareja, hacen falta tres pilares básicos que a modo de trípode la sustentan: Amor, Respeto y Confianza. Y comúnmente el que más falla es la confianza. Siempre me llamará la atención cómo las personas se empecinan en mantener relaciones de pareja con personas en las que no confían, intentando luego justificar su desconfianza con las fórmulas más imaginativas, como si acaso hubiese un motivo lícito que legitimase la desconfianza y por ende, los celos. Si uno no puede ser amigo de quien desconfía, ¿qué necio pretende ser pareja de quien desconfía? Lamentablemente quien desconfía de su pareja, no lo hace de una en concreto, sino de todas y cada una de las que haya tenido o tendrá, por lo que no es consciente de que su forma de actuar es incompatible con el hecho de tener formalizar una relación. Pero la segunda derivada de esta cuestión es que en la mayoría de los casos esa falta de confianza no lo es, o al menos no radica tanto en una desconfianza hacia su pareja, sino hacia la relación en sí, y por ende, hacia sí mismo/a. El celoso es una persona que en su fuero interno duda de su capacidad para mantener (y en ocasiones se sabe poco merecedor de) la pareja que tiene, por lo que vive en una cotidiana angustia temiendo perder algo que, conocedor su carácter sabe que le costará restablecer.
Pero el problema principal que supone la desconfianza no es ya el hecho de los episodios más o menos dramáticos que ocasiona, sino la pérdida del círculo de intimidad que supone. Este tipo de relaciones tóxicas comienzan con pequeños mordiscos a la intimidad de la persona, que pueden acabar y frecuentemente acaban con graves intromisiones en el móvil o el correo electrónico. En muchas ocasiones el individuo celoso llega a coartar la libertad de su pareja incluso modificando sus hábitos, gustos y costumbres.
No hay que olvidar que si la persona celosa duda de su pareja y desea ver su factura del móvil, enseñársela no le hará cambiar de actitud. Simplemente paliará momentáneamente su crisis de ansiedad provocada por el estímulo puntual de la sensación de inseguridad provocada por su falta de confianza. Alimentar su ansiedad es como acceder a entregar al dragón las doncellas que pide. Sólo sirve para que al año siguiente exija un tributo aún mayor.
Si tu pareja se comporta de este modo habla con ella e intenta que acuda a ayuda. Muéstrate firme y hazle entender que no cederás ante sus presiones ni sus chantajes. Si tu pareja te ama, te amará escribiendo un blog, teniendo amigos/as y gozando de tu libertad y respetando tus gustos, aficiones y forma de vivir y relacionarte con los demás. Si no lo respeta, entonces no le gustas tú. Tienes derecho a desarrollarte como persona. Recuerda siempre que la tiranía no es un formato de relación de pareja. Y si tu desarrollo se hace incompatible con tu pareja, o si tu pareja no evoluciona en la misma línea que tú, eso evidencia claramente que esa pareja no funciona. Intentar defender su comportamiento es lesivo para ti y para tu pareja.
Si tú te comportas de este modo, busca ayuda de un buen psicoterapeuta. Conócete. Bucea en ti y busca el motivo de tu desconfianza y de tu inseguridad. La mejor forma de ganar una carrera es correr más que nadie, no intentar que los demás no ganen. Jamás podrás estar seguro de que tu pareja no encontrará a alguien mejor que tú. Pero en eso consiste el juego de la vida y el juego del amor. Acéptalo ya que te guste o no son las reglas del juego y ni tú ni nadie puede cambiarlas. Limítate a jugar. Tiene muy poco mérito conservar a alguien a tu lado sólo porque no le permites ir a otro sitio. Alguien debe permanecer a tu lado sólo porque realmente lo merezcas. Hazte merecedor.
Si amas algo déjalo libre. Si vuelve es tuyo. Si no, jamás lo fue.
12 comentarios. Deja alguno tú.:
A ti te gustará mucho esa frase, pero creo que incurre en muchos de esos errores en los que tan sabiamente pareces reparar en tu artículo. La primera parte, desde luego, no merece objeciones: si amas algo, amas su libertad. Bien. Pero lo cierto es que nadie es de nadie, nunca, ni siquiera cuando hay amor entre dos personas. La posesión nunca es una cláusula del amor. Y quien así lo considere, también necesita un psicoterapeuta.
Evidentemente la frase utiliza el pronombre "tuyo" en un sentido figurado. No creo que nadie con dos dedos de frente, tras leer este artículo pudiese pensar que yo abogo porque "alguien sea de alguien". Leer no consiste en poner una letra tras otra. Consiste en interpretar esas letras.
Recuerdo un día que Charo, mi churri, se sorprendió (gratamente) en una situación como la que relato a continuación.
Charo: hay un chico que me ha tirado los tejos en el curro.
Yo: Que bien, me alegro... además, no me extraña porque te queda tan bien eso que llevas...
Charo: pero... ¿No te molesta?
Yo: Al contrario. Si nunca nadie te tirara los tejos tendría que preocuparme y "revisar mi gusto por las mujeres" ya que sería yo el único que te ve tan guapa y atractiva... pensaría cosas como: "¡algo pasa con Charo que nadie la mira!". "Algo me pasa a mí que soy el único que ve guapa a Charo"
Pues se sorprendió muchísimo, pero gratamente, claro.
Dicho esto creo que conviene releer aquel post de la exclusividad sexual y volver a plantearse si el humano es polígamo de natura o no.
Los celos no tienen nada que ver con la exclusividad sexual. Es una cuestión sólamente de confianza, en uno mismo, en la pareja, y en la relación en sí. Se puede ser nada celoso y no creer en la "libertad sexual". Son dos temas completamente independientes.
Enhorabuena... tu post ha sido interesante, es un buen tema a debatir... Aunque ya sabes, esto va con la persona... Y tampoco es para ir a un psicoterapeuta... Quizás sucede por falta de "Comunicación" ... Y sí, una de las bases, la confianza... Confianza, sin dar motivos para estar celosa... Sin juegos... Sin trampa...
Mil besos...
P.D. Bonito detalle el que tuviste con Charo, Jaca...
Lo realmente curioso sería ser celoso y creer en la libertad sexual XDDD
Siendo prácticos, los celos no mejoran en nada ni tu vida ni tu relación de pareja. Hay quien se escuda que "no hay celos sin amor" para justificarlos. Puede ser, pero es más cierto, como dice Nacho, que "no hay celos sin falta de confianza".
Yo prefiero el amor sin celos, es más sano, más natural, más amor.
Muak.
Yo creo que cuando se ama pueden aparecer "un poquito" los celos, sin necesidad de un psicoterapeuta... ¿Quién no teme perder a su pareja ante un rival potencialmente peligroso?Sin embargo, lo más lógico es controlar los temores injustificados y utilizar la razón.
Otra cosa bien diferente serían los "celosos patológicos", pero en ese caso ya estaríamos hablando de enfermos mentales.
La mayoría de las veces los celos son injustificados, pero ¿y otras? ¿Qué intención tiene ese supuesto rival? Aunque obviamente "cuando algo es tuyo, siempre vuelve a ti"; y esa persona que ama de verdad vuelve siempre, sin necesidad de celos ni rivales tipo Beckham, a su verdadero amor... Y así haría tu amiga bloggera, probablemente.
Digan lo que digan elementos como Jaca101 el amor no se ve, pero es para siempre...
y le recomiendo encarecidamente a Charo que abandone al individuo en cuestión y encuentre un hombre de verdad.. ¿Qué tal el lirón?
¿Quién establece cuánto es "un poquito" o cuándo empieza a ser patológico? Depende del umbral de tolerancia de cada uno, asociado al nivel de autoestima.
"Un poquito" de celos, es "un poquito de desconfianza", es un precedente que puede ir en aumento. Hablas de un "rival potencialmente peligroso". ¿Cuál es el problema de que tu pareja tenga enfrente un apetecible especimen humano si TÚ confías en TU PAREJA? Él o ella no hará nada que no deba...¿no?
El problema no son las lagartas ni los gigolós, no nos confundamos. Cuando alguien le pone los cuernos a su pareja, la culpa es ÍNTEGRAMENTE suya, del adúlter@, puesto que dos no hacen nada si uno no quiere. Que no me vengan con mandangas de que "le han liado, le han seducido...".
La única responsabilidad para con la pareja la tiene el emparejado, no el potencial amante, que está en su perfecto derecho de intentar ligarse a quien le guste.
Pero el problema estiba en creernos con la capacidad de limitar la libertad de alguien sólo porque "le queremos". Eso es egoísmo, que no me jodan.
La verdad es que yo he sido siempre tremendamente confiada con mis parejas (no tantas, eh). Ni se me pasaba por la cabeza desconfiar de esas personas. Si no, ¿cómo vas a relajarte? Quizás pensara en el fondo que si estaban conmigo era porque no tenían muy altas expectativas XDDD
Y sí que me han puesto cuernos, de los que duelen, porque duele el engaño premeditado y que a una la tomen por gili. Duelen las excusas imbéciles y mentirosas, no de corazón, sino para salvar el pellejo, para quedar bien.
Lo que nunca he vivido es intentar salvar una relación una vez conocido el engaño. No sé cuál sería mi reacción en ese punto, ya que hasta el momento las relaciones que se acabaron, lo hicieron por decisión de la otra persona. Quién sabe si entonces hubiera vuelto a confiar, a dejarme llevar, o no... Ni idea.
:*
Anónima P.
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