Ruinas del templo llamado "de Diana", de Mérida. |
Algo hay en la naturaleza humana que es capaz de imprimir en algunos edificios y dotarlos de un halo mágico, de forma que sea captado por otros iguales. O bien yo tengo una especial sensibilidad para captar ese halo mágico. O ambas cosas a la vez. El caso es que me suele pasar en cada catedral, me pasó en los templos de Egipto, y me ha vuelto a pasar ante el templo de Diana de Mérida. (Que por cierto no estuvo jamás dedicado a Diana).
Ante todo cuando me planté ante él, me sobrecogió, como me pasa siempre, lo que es capaz de hacer alguien por la fe. La fe mueve montañas, pero no sólo eso. También hace embarcarse a una ciudad en el costosísimo esfuerzo humano, económico y político que suponía levantar un templo de dimensiones descomunales. Y plantado allí, ante el templo, volví a sentir ese escalofrío que sentí en Edfú, en Salisbury, en Kom Ombo, en Salamanca, en Filae, en Burgos o en Venecia, entre otros muchos sitios. Y es que cada vez que me enfrento a un templo consagrado a quien fuese, percibo ese halo de la fe que movió a los humanos a elevar aquellas piedras hacia el cielo de forma grandiosa. Y ciertamente me sobrecoge y me maravilla, aún cuando, como en el caso del citado templo de Mérida, no es ya sino la sombra de lo que fue.
1 comentarios. Deja alguno tú.:
Es bastante probable que tu sensación de "halo mágico" tenga que ver con esto: http://tinyurl.com/2zmyfv
En la actualidad, estas proporciones que caen entre los 16:9 y los 16:10 se los dan a las pantalas de TV que son mucho más atractivas y armoniosas que las antiguas 3:4. Al menos a mí me pasa. Mi portatil tiene como un halo...
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