Algo muy dentro de él le impelía a volver al lugar en el que había nacido para tener allí su descendencia. A pesar de que había abandonado aquel paraje en su infancia supo encontrar el camino de vuelta. Hacía fresco, pero el sol empezaba a anunciar la cercana primavera. Cansado del viaje, decidió parar a comer algo en un remanso y allí se abalanzó sobre una lombriz, justo en el momento en que una gran fuerza tiró de él y lo sacó del agua.
¡Campanu! Gritó un hombre.
Era el primer salmón de la temporada.
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