En Hong Kong siempre ha habido mucha gente. Cuando los británicos se establecieron en esta minúscula isla, a finales del s.XVIII ya había casi 8.000 lugareños. Ahora hay nueve millones, y no deja de sorprenderme cómo pueden funcionar las cosas de un modo tan fabuloso estando todo tan atestado. La clave son las colas.
La gente aquí hace cola pacientemente no sólo para el cajero automático o el autobús. La gente hace cola incluso para coger el ascensor, para esperar a cruzar la calle en un semáforo o para subir por las escaleras mecánicas del metro, y para prácticamente todo. Cuando para hacer cualquier cosa hay mucha gente que quiere hacer lo mismo, hay dos opciones: pegarse por ello a ver quién lo hace antes (modo español) o hacer cola civilizadamente. Y aquí hay más gente por metro cuadrado de la que yo haya visto nunca.
1 comentarios. Deja alguno tú.:
Interesante saber que hay sitios donde las colas funcionan. Es alentador el que siempre puedas mirar a otros lados para poder aprender.
Saludos desde La ventana de los sueños, blog literario.
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