Qué curioso es ver cómo se usa la palabra "libertad" para defender un atentado contra la mayor de las libertades. La libertad de vivir. Para más info (http://www.abc.es/20091216/toros-/libertad-200912162137.html)
Podría dejarlo ahí (y esa era mi intención inicial), pero he decidido ampliar la entrada un poco más. El enlace que adjunto lleva a un manifiesto firmado por multitud de ciudadanos bienpensantes de la vida pública, temerosos de que se coarte su libertad a ir a un ruedo a ser espectadores de un circo antediluviano, sanguinario y más propio de otras épocas que de las presentes. No es del todo extraño que entre los firmantes haya numerosos representantes de la izquierda progresista, como Mercedes Milá o José María Sanz Beltrán, más conocido como Loquillo. A fin de cuentas, el máximo vector de la información izquierdista, el diario El País, recoge los eventos taurinos en su sección "Cultura". Estos ciudadanos de pro se muestran pavorosos por la iniciativa que mañana se votará en el parlamento catalán que persigue abolir la tauromaquia en Cataluña. No sería la primera, en Canarias están prohibidos los toros desde 1991.
De todo esto se desprenden dos conclusiones, a mi entender.
Una, que quizá estamos ante el principio del fin. Que quizá mañana en Cataluña se prohíba una actividad vergonzante para una inmensa mayoría de la población, según una encuesta de Gallup, y que situaba a los toros como una actividad para sexagenarios. Quizá Cataluña sea la punta de lanza y autonomía tras autonomía vayan censurándose estas fiestas de la sangre aborrecibles por muchos de nosotros.
Pero la otra conclusión, que me espeluzna, es que el deseo morbo, insano y enfermizo por presenciar una muerte, el gusto por lo luctuoso y por la sangre, no entiende de ideologías políticas. Es algo que simplemente diferencia a unos seres humanos de otros. Diferencia a aquellos que entienden que hay una clase de seres vivos, los que están vivos, de aquellos otros que entienden que hay dos clases de seres vivos. Los seres humanos, y todos los demás, de los que valerse para cualquier fin. Y en esto hay algunos seres humanos como la Milá o Loquillo que me han decepcionado enormemente.
3 comentarios. Deja alguno tú.:
A mi, que me resulta indiferente, es que peor que estar en contra lo que me chamusca es el tufillo a "antiespañolidad" de la medida. Para ellos, el toro es una muestra mas del "Estado opresor" y llevan un burro a modo de toro de Osborne.
Ya declararon Barcelona "Ciudad Antitaurina" hace años y total, como era cosa privada no se pudo hacer nada salvo (ojo al dato) convertir la plaza de toros municipal en un centro comercial.
No creo en absoluto que tenga nada que ver con el nacionalismo. Pero incluso aunque fuera una medida "antiespañola", me parecería bien si el fin último de la misma es abolir la tauromaquia. Cualquier otra actitud me parecería sesgada, interesada y tremendamente cínica.
Corregiría la entrada comentando que la tauromaquia no es propia de ninguna época o de todas en el mismo grado. Es una aberración ahora, hace dos siglos y cuando los romanos. Siempre ha sido y será una aberración y como tal, no lo considero propio de nada. Ni tiempo ni lugar.
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