En el tiempo han coincidido la fusión del Ministerio de Medio Ambiente con el de Agricultura y Pesca, con una conversación que mantuve (entre otros) con mi ambientóloga de referencia. Y es coincidencia porque la conversación versaba, precisamente, sobre la forma en que hasta ahora se ha tratado el problema de la protección ambiental, que ha sido gestionado de forma aislada al resto de problemas y creando islas de protección ambiental que en sí mismas son lo peor que puede hacerse en tanto en cuanto suponen una jodienda para las poblaciones locales, además de crear peligrosas endogamias en aquellas especies “encerradas” en el espacio protegido, a las que se supone que se quiere preservar. Estas especies están ya extintas, ya que en muchos casos se ha sobrepasado el umbral de extinción.
Yo, en una postura ecológica un tanto radical abogaba por la “protección por defecto” de todo el territorio que de facto es territorio natural para sustituir los estudios de protección por estudios de desprotección allí donde es necesario realizar actuaciones. Es evidente que habría zonas en las que el impacto sería menor por ser entornos menos delicados y los estudios serían meros formalismos.
Mi contraparte, por su parte y con una evidente y académica superioridad de criterio, defendía una política de gestión ambiental integral, que aunase la gestión del entorno natural con la de la explotación humana que necesariamente vive en dicho entorno y que forma parte del mismo, promoviendo un uso responsable, pero uso al fin y al cabo, de los recursos naturales. Exactamente lo que parece que podría ser la nueva política medioambiental de este nuevo gobierno, a juzgar por la mencionada fusión de carteras ministeriales.
Yo no discrepo de esta postura, pero creo que la situación hoy por hoy es lo suficientemente crítica como para que, unido a esta gestión integral y a políticas de concienciación a largo plazo, se realicen actuaciones urgentes en protección masiva de espacios naturales que creen corredores, así como medidas paliativas contra la parcelación producida por las vías de comunicación, necesarias, no lo niego, pero que se crean obviando de forma vergonzosa al resto de seres vivos que conviven en dicho entorno. Es absolutamente necesario que haya un organismo gestor a nivel nacional (e incluso abogaría por transferir esas competencias a la Unión Europea) que velase por la protección de una realidad horizontal y ajena a fronteras políticas, como lo es el medio natural, para evitar despropósitos como que el Hayedo de Montejo esté protegido sólo en la Comunidad de Madrid y no en la provincia de Guadalajara, con lo que tenemos que un haya que tiene la mala suerte de crecer medio metro más allá del límite absurdo e imaginario entre las dos provincias, carece de la protección legal que impide que sea talada.
No hay que olvidar que en cuestiones de protección ambiental estamos en mantillas. El movimiento ecologista nació hace apenas treinta años, y hasta ahora se han estado dando palos de ciego o tomando acciones de cara a la galería que en ocasiones eran poco apropiadas y en otras directamente contraproducentes. Lo cierto y verdad es que por aberrante que parezca, puede considerarse que hemos tardado relativamente poco tiempo (hablando en términos históricos) en darnos cuenta de que la gestión del planeta es un todo, y no podemos tratar cada cuestión individualmente. Que el desarrollo económico depende de que haya un mundo donde gastar ese dinero. Que la agricultura depende de que el clima no cambie y siga lloviendo. Que no sirve de nada abaratar el precio de los combustibles fósiles con cultivos destinados a la producción de biodiésel si a cambio se produce una carestía insoportable de los alimentos. Que, en definitiva, somos parte integrante del ciclo de este planeta y que nuestras acciones afectan al planeta, y a vuelta de ciclo, acaban dándonos en la cara a nosotros mismos.
Y ahora que al fin vamos despertando a la conciencia integral, sólo necesitamos ponernos en marcha y echar a andar en esa senda.
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Si esa fusión les gusta a los regantes murcianos, entonces esa fusion no puede ser buena.
En cualquier pais verian ese ministerio como una forma de afrontar el problema de forma integral pero esto es España y la que se va es Narbona.
Nunca me ha gustado ponerme la venda antes de la herida. No dudo que la fusión ministerial puede ser (es una de las posibilidades) una perversión. Pero eso es algo de lo que hoy por hoy sólo puede opinar Rapel.
Desde luego, este país es la pera. Como dice ambientólogo, la realidad es que el ministerio que desaparece es Agricultura y Pesca, y Elena Espinosa cambia de cartera, para hacerse cargo del Ministerio de Medio Ambiente, medio rural y marino. Y sí, Narbona lo deja. Pos vale.
Confiemos en la gestión integral, que buena falta nos va haciendo.
Muak.
Evidentemente no voy a ocultar que me desasosiega la defenestración de Narbona, y a primera vista podría parecer que el nuevo ministerio tendrá un corte menos ecologista que el anterior. Pero también es cierto que el modelo anterior era un "sinvivir" de luchas entre la cartera de Medio Ambiente y otras con intereses encontrados. Por lo que si hay que hacer alguna concesión para ganar en eficacia, aún a pesar de mi ecologismo radical, tendría que apelar a la cordura. A fin de cuentas una medida consensuada, aun no ajustándose al 100% a nuestras expectativas, es siempre mejor que una medida ineficaz, o la ausencia de medidas...
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