Recuerdo una conversación que mantuve hace algunos años, (dos o tres) con mi vecino Antonio, ladrillista él, y propietario de varios inmuebles). Yo le decía entonces que la vivienda, como todo lo que se compra y se vende, puede subir, y bajar de precio en función de cuánto se compre o se deje de comprar. Le pasa a los tomates, le pasa a los iPods y le pasa a los ladrillos también. Pero Antonio (y no sólo él, sino otros muchos) se reían de mí abiertamente diciéndome “el mercado de la vivienda va por otro lado”. Cuánta necedad. Yo intentaba explicarle/s que lo que yo les decía no era fruto de que yo fuese un visionario, no. Sino que me basaba en mi conocimiento de que se habían dado casos en Irlanda y Japón de decenios enteros de bajada del precio de los inmuebles (aún no había reventado en aquel entonces este tema en EE.UU.) Pero entonces se me replicaba que en España esto era diferente y me tachaba de iluso.
Yo, desoyendo sus sabios consejos, no me compré nada, ni me lo planteé. Una jefa que tuve, y a la que mencioné en alguna ocasión, decía que me veía a mí como el buitre posado en el árbol esperando pacientemente a que el moribundo termine de agonizar. Y no le faltaba razón. Yo estaba convencido de que esto terminaría por petar y bajarían los precios. Desde luego no tenía ni zorra de cuánto tendría que aguantar, ni si sería capaz de hacerlo, pero lo que tenía claro era que aguantaría todo lo posible, convencido de que la burbuja reventaría, a pesar de los vaticinios de los ladrillistas. Y no me equivoqué.
Ahora veo carteles de esos naranja fluorescente por doquier, y en algunos sitios una mano nerviosa ha escrito en letras mayúsculas “REBAJADO”. Ahora, en el boletín de anuncios de venta de pisos que recibo por correo electrónico, veo más anuncios bajo el epígrafe de “anuncios que han bajado su precio” que bajo el que reza “anuncios nuevos”. Y subrayando mis palabras durante años, el FMI dice que en España los precios pueden bajar entre un 15% y un 20% a corto plazo. Hay gente que empieza a tener una hipoteca suscrita por un importe que el valor actual inmueble que tasó no cubre. Las entidades financieras empiezan a ponerse nerviosas ya que el riesgo de que la gente deje de pagar sus préstamos es claro. Si estás pagando un pastizal y tu casa vale menos, la tentación de decir “que el banco se quede con la casa, que vale menos que lo que yo pago” es alto. Ya sucedió en el Reino Unido. De nuevo, no soy ningún visionario.
La cosa no pinta bien, seamos francos. Ahora todo el mundo se suma al carro. No obstante, quienes compraron con cabeza y por necesidad, no tienen mucho que temer. Si su piso baja, será para comprarse otro, que también bajará en la misma medida. Por desgracia algunos estarán pagando un crédito hipotecario por un valor muy superior a la vivienda en la que viven, pero ellos no dejarán de pagar la hipoteca de su techo. Por el contrario, quienes compraron simplemente para especular invertir, pues lamentablemente están perdiendo. Pero es el riesgo que tiene toda inversión. Le pasa a las acciones, a los futuros, a los warrants… No hay inversión segura. Y los ladrillos tampoco lo son. A ellos, mis condolencias. De todos modos, ellos con sus Cayennes y sus Touaregs contribuyeron en una enorme medida, en la subida infame de los precios que jodió la existencia a innumerables jóvenes entre los cuales no sé si incluirme por vergüenza, porque viendo lo que hay por ahí, llego a considerarme hasta un privilegiado. Unos, los menos, dieron con sus huesos en la cárcel, otros verán mermadas sus operaciones de especulación inversión, pero la inmensa mayoría recogerán velas y seguirán conduciendo su Cayenne. Aunque no dejarán de quejarse de que la fiesta no durase otros diez añitos más.
1 comentarios. Deja alguno tú.:
Coñe, no me menciones la hipoteca, que lloro... Así que estoy pagando por un pastizal, jopé :-(
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