Es curioso porque desde pequeño nos enseñan lo que es un acto reflejo. Es aquel acto que realizamos sin ser conscientes de ello. En concreto uno de los mecanismos más interesantes es el que hace que retiremos la mano ante una situación de dolor. Cuando tocamos algo muy caliente (demasiado para la integridad de nuestro organismo), se produce una señal de alarma. Sin embargo, esa señal de alarma no viaja hasta el cerebro, sino que al llegar a la médula espinal se da directamente la orden de retirar la mano. Es un mecanismo ingenioso que reduce casi a la mitad el recorrido que ha de trazar la información del dolor, y a su vez reduce a la mitad el tiempo de respuesta, lo que es una gran ventaja si estamos en contacto con la bandeja de la lasaña recién sacada del horno, situación esta en la que cada milésima de segundo cuenta. Hoy me ha pasado algo curioso. Tengo una taza que es una mierda, porque cada vez que la meto en el microondas, se calienta más la taza que el contenido. Hoy la he usado y previendo el resultado, he tocado el asa de la misma tras 2 minutos de potencia máxima y mi brazo ha salido disparado hacia atrás. Ha sido visto y no visto. Cuando mi cerebro ha recibido la información y ha sido (he sido) consciente del peligro, la mano ya estaba lejos de la fuente de calor hacía rato. Sin embargo tenía que sacar la puñetera taza del microondas, así que con mucho cuidado he cogido un trapo, y con él, he agarrado la taza por el asa. Estaba llena hasta el borde, de modo que el proceso era lento para no derramar el contenido. Debido a la lentitud del proceso, el calor ha traspasado el trapo y me ha empezado a abrasar los dedos de la mano con intensidad creciente. Sin embargo esta vez no ha habido reflejo ninguno. He soportado estoicamente el calor diciéndome a mí mismo "me estoy quemando, me estoy quemando, me estoy quemando." Pero esta vez el cerebro mandaba y decía, "Sí, me estoy quemando pero los daños colaterales de soltar la taza son peores, sopa derramada por todas partes, taza rota (y me encanta esa taza)", etc.
Se dan dos circunstancias:
Para que el reflejo funcione correctamente, el peligro ha de producirse repentinamente. Es decir, funciona mejor si nos quemamos de golpe que si nos quemamos poco a poco.
Y en segundo lugar, parece claro que si el cerebro es consciente del peligro a priori, es capaz de supeditar la acción refleja de modo que quede todo bajo control consciente. No obstante de esto no estoy del todo seguro, ya que cuando he tocado por primera vez la taza yo era consciente de que iba a estar muy caliente (ya que conozco la deficiencia de dicha taza).
Curioso mecanismo.
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