Hoy me preguntaban qué será del mundo el día de mañana en relación con el cambio climático. Y haciendo un ejercicio de política-ficción, me he permitido imaginar hacia dónde vamos e intentar predecir qué panorama nos espera.
Es muy complicado aventurar el panorama ecológico y ambiental del planeta de aquí a cincuenta o cien años. A medio plazo es muy probable que no lleguen a alcanzarse acuerdos para solucionar el problema, ya que los intereses económicos de las naciones siguen imponiéndose y los criterios de crecimiento económico son los que al fin y a la postre dictan las políticas. El problema del cambio climático, es que es un problema global, y sin embargo no tenemos en la Tierra un organismo que tome decisiones a nivel global.
Los efectos de las emisiones contaminantes en el clima tienen una inercia aproximada de 50 años. Eso significa que ahora estamos padeciendo las consecuencias de las emisiones de hace 50 años. Conviene no perder de vista este factor, porque si mañana mismo se consiguiera (como por arte de magia) reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero, el cambio climático seguiría, y se correría el riesgo de afirmar que en realidad las emisiones contaminantes no tienen efecto sobre el clima, cuando esto no es así. Lo que ocurriría es que, lógicamente, habría que esperar ese plazo de inercia de medio siglo para comenzar a ver los efectos de ese cese de emisiones.
Sin embargo, en un plazo más largo, quizá de aquí a 50 años, cuando estemos padeciendo las consecuencias de las emisiones actuales, que son infinitamente mayores que las de los años 60, la situación geopolítica en el planeta se tornará insostenible. La radicalización del clima provocará hambrunas a millones de personas que iniciarán un éxodo hacia los países más desarrollados. Los países industrializados estarán mejor preparados para el recrudecimiento de las condiciones climáticas dado su mayor nivel tecnológico, pero serán la "tierra prometida" para millones de desplazados que acudirán allí por razones mucho más poderosas que encontrar trabajo (que es la motivación principal de la emigración actual). La emigración en ese escenario será a un nivel global, y motivada por el hambre. Cientos de millones de personas trascenderán fronteras y se producirá una crisis que el primer mundo no podrá obviar. Al mismo tiempo, el aumento de la temperatura y el deshielo provocarán aumentos importantes en el nivel del mar. Algunas de las áreas más pobladas del planeta como la costa Este de EE.UU., California, Florida, el Mediterráneo, Bangladesh, etc se inundarán y su población habrá de buscar nuevos emplazamientos. El impacto en la economía del "primer mundo" será atroz. Por otro lado, el deshielo de grandes masas de hielo congelado en el Himalaya o los Andes reducirá drásticamente la disponibilidad de agua potable para otros millones de personas. Se calcula que aproximadamente 2000 millones de personas beben del agua de deshielo procedente del Himalaya. Si esta masa desaparece, esa población habrá de buscar nuevos emplazamientos.
Por supuesto, en ese nivel de crisis mundial, pocos se preocuparán por la biodiversidad, pero los ecosistemas se vendrán abajo en gran medida y se producirán extinciones masivas a un ritmo mucho mayor del que hoy en día nos alarma.
Ni que decir tiene, que los estados en declive principalmente de países en vías de desarrollo, y en una situación de crisis total, tendrán pocos reparos en entablar guerras por controlar territorios más prósperos o fuentes de agua. Esto aumentará aún más el número de refugiados, que puede alcanzar la cifra de varios miles de millones en todo el planeta.
Sin duda todo este proceso, que durará aproximadamente diez o quince años, a partir del 2050 ó 2060, cambiará en muy poco tiempo la Tierra tal como la conocemos. Tanto a nivel físico (el aumento del nivel del mar cambiará el contorno de los continentes), como a nivel geopolítico (muchas fronteras y estados se derrumbarán por despoblamiento de sus zonas, desaparición de estados insulares, o sobrecarga de inmigración), a nivel moral (la humanidad se replanteará la forma en que se abordan los problemas de índole global), y por supuesto a nivel medioambiental (el clima cambiará y se hará más extremo, los veranos serán increíblemente calurosos y los inviernos muy fríos, y se producirán enormes tormentas debido al aumento de temperatura del agua del mar, desaparecerán enormes masas forestales, muchos grandes ríos se secarán o se convertiran en estacionales, la biodiversidad puede reducirse en hasta un 70% siendo cautos, o incluso más).
Quizá en medio de esa situación de crisis generalizada se tomen medidas urgentes ya que la propia población de los principales países emisores de contaminantes se rebelará, no ante el deterioro ecológico, sino, reconozcámoslo, ante el deterioro de su calidad de vida que vendrá provocado por la increíble avalancha de desplazados desde los países pobres. Los servicios púlblicos se colapsarán y el precio de los artículos de primera necesidad por la increíble demanda se disparará. Así las cosas, las medidas que se tomen aún tardarán otros 50 años en dejar ver sus frutos, y será otro medio siglo muy difícil. Pero lo que suceda para el año 2100 ó 2110 ya es muy complicado de predecir. La razón es que sabemos cómo se comporta el clima en el planeta que conocemos, pero si para el 2100 las condiciones medioambientales en la Tierra han cambiado drásticamente, como por ejemplo reduciéndose la masa forestal de forma dramática, no sabemos cómo evolucionará el clima en tales circunstancias. No sabemos si se recuperará. No tenemos forma de predecirlo.
Pero lo que está claro es que el mundo no volverá a ser igual, y los que vivan esa época estarán marcados del mismo modo que quienes vivieron la Peste Negra en Europa, o conocieron el "descubrimiento" de América en primera persona. Será un antes y un después. Y no será bonito, pero siendo realistas y observando cómo funciona la macropolítica a nivel mundial, el escenario que he descrito es quizá el más plausible.
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