Cuando uno bucea en Google Maps, llaman la atención las zonas verdes. O quizá más que las zonas verdes, su distribución. Estas zonas, algunas verde oscuro, y otras verde claro se corresponden a espacios protegidos de diversa consideración. Las oscuras suelen ser Parques Nacionales, Naturales o Regionales. En verde claro aparecen parques periurbanos, u otros espacios de diferente protección. Pero lo verdaderamente curioso, como decía, es la distribución de estos espacios. Es habitual que en zonas de montaña se concentren con mayor profusión los espacios protegidos. Sin embargo, a veces nos encontramos con la cruda realidad de cómo se protege la Naturaleza, cuando ésta se ejercita desde distintos estamentos oficiales. Empecemos por lo mejor de lo mejor. La créme de la créme. Y citando sólo un ejemplo. En Francia, al sur de Burdeos hay una zona que comprende el Parque Natural Regional de los Grandes Lagos de Gascuña, y a su alrededor espacios protegidos de diversa consideración, sumando un área superior a la Comunidad Foral de Navarra. Los españoles siempre usamos a Francia como el espejo en el que mirarnos, pero esta vez mirarnos al espejo nos saca los colores. Si miramos comunidades autónomas como Cataluña, Valencia o el País Vasco, vemos que su protección de espacios naturales es masiva. Otras comunidades con especial presión demográfica y urbanística, como la de Madrid se han esforzado en la gestión de los espacios naturales, contando, junto a inmensas áreas urbanas, espacios protegidos (que todo sea dicho no siempre se respetan como sería de desear). Llama la atención que autonomías con una renta per cápita tradicionalmente baja (y ya se sabe que la protección del medio ambiente se suele dejar para cuando sobran los duros), como Castilla-La Mancha, o Andalucía tienen una protección increíblemente extensa sobre todo en zonas montañosas o singulares como la parte del Sistema Ibérico correspondiente a Guadalajara, Sierra Nevada, la desembocadura del Guadalquivir o la serranía de Ronda.
Sin embargo se aprecia claramente quién no ha hecho los deberes. Siempre me ha llamado la atención que una comunidad autónoma como Castilla y León, el mayor espacio subnacional de la Unión Europea, no disponga de espacios protegidos más allá de los impuestos por la administración del estado. Es curioso que Soria, una provincia montañosa de gran exhuberancia natural es una isla de protección medioambiental entre Guadalajara y La Rioja. Tanto es así que se puede seguir la frontera entre las distintas comunidades autónomas sólo atendiendo a dónde hay espacios protegidos y dónde no los hay. La ladera norte de todo el Sistema Central (sierras de Gredos, Guadarrama, Béjar y Somosierra) carece por completo de protección, a diferencia de la ladera sur, que queda dentro de la Comunidad Autónoma de Madrid y castellanomanchega. Lo mismo sucede con Asturias, gran parte de Galicia, Cantabria o Aragón. La protección ambiental no siempre conviene a determinados estamentos políticos, que ven en dicha cuestión un obstáculo a ciertos intereses, algunos urbanísticos, otros económicos que impiden que determinados parajes se salvaguarden del expolio y el abuso.
1 comentarios. Deja alguno tú.:
A los isleños no nos has incluído en la lista :(
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