3 ene 2007

Muertes, horcas y bombas. Feliz año

Los últimos días del año que acaba de terminar he presenciado una serie de acontecimientos luctuosos que han removido ciertos sentimientos que en alguna ocasión he expresado aquí. Ya traté hace casi un año de la delgada línea roja que separa los conceptos de justicia y venganza, línea roja que mucha gente (demasiada) parece no ver, o no querer ver. Lo cierto es que esos tres hechos han sucedido prácticamente a la par, para despedir el año con alegría y buen rollito. Por orden cronológico:

Se nos murió Augusto Pinochet y tuve que volver a escuchar las mismas sandeces inconscientes que ya escuché cuando murió Milosevic. No quiero volver a tratar un tema prácticamente idéntico a aquel, pero yo no me alegré de que se muriese Pinochet porque, por encima de su condición de dictador, malnacido y genocida, estaba su condición de ser humano, de la que nadie puede despojarle (para desgracia de algunos, parece ser) y que adquirió el mismo día en que vio la luz. Me parece lamentable que nadie se alegre por la muerte de otro, y me parece un aberrante ejercicio de hipocresía farisaica que eso lo haga una persona que se dice librepensadora, progresista, de izquierdas, amiga de la democracia y de la libertad.

Luego pasaron dos cosas casi a la vez. Por un lado, unas cuantas personas, escandalizadas por las penas de muerte dictadas por Saddam Husein, le han condenado a él a aquello que tanto les escandaliza: La pena de muerte. Y han cumplido la sentencia, claro. Saddam Husein ha sido ahorcado. Yo, los días previos me he hartado de discutir con muchos supuestos demócratas sobre la conveniencia o no de dicha sentencia. Es curiosa la cantidad de gente que es partidaria de la pena de muerte a la ligera escudándose simplemente en que “él hizo lo mismo”. Y claro, como dice el refrán, “ojo por ojo y de aquí a poco todos tuertos” (como poco).

El tercer suceso trágico ha sido el atentado cometido por una pandilla de desgraciados que, si quieren crear un estado con esas maneras, pobres de quienes fuesen sus hipotéticos ciudadanos. ETA despidió a la par el año y la tregua colocando una furgoneta bomba en el principal aeropuerto de Madrid, y (en estos momentos casi con toda seguridad) matando a dos personas por primera vez desde hace más de tres años. Y aún podemos respirar aliviados, ya que la masacre pudo ser mucho peor. Afortunadamente la moderna construcción de la T4 permitió una rápida evacuación de la misma. ETA había iniciado un camino había dejado de matar el 30 de mayo de 2003 con el asesinato de dos policías nacionales en Navarra. Desde entonces, parecía que había “suavizado” su postura “limitándose” a daños materiales, extorsión, quema de autobuses, etc. todo lo cual, por irónico que parezca, ya era todo un logro respecto a la pérdida de vidas humanas. Sin embargo la salvajada del aeropuerto de Barajas ha devuelto a ETA a sus peores años, a su radicalidad más absoluta, y quizá este sea el momento decisivo en el que, como hizo en su día el Sinn Féin tras el atentado de Omagh perpetrado por el “IRA Auténtico”, Batasuna se desmarque rechazando el atentado y la violencia, y pueda al fin defender los intereses de sus electores y simpatizantes que tienen, claro que sí, derecho a ser escuchados con palabras, no con explosiones ni tiros.

Tampoco a lugar despotricar más sobre esta gentuza. Baste decir que son eso: Gentuza. Pobres desgraciados que, como los gañanes, cuando no saben dialogar te espetan “a que te arranco la cabeza”. Quien recurre a la violencia es porque tiene demasiadas pocas luces como para defender sus argumentos con palabras. Y eso vale tanto para Bush como para ETA.

Pero lo grave es lo que ha sobrevenido después. La AVT y su presidente, Francisco José Alcaraz, convocaron una manifestación en la que aquellos que piden que no se haga un uso partidista de la violencia, hicieron un uso partidista de la violencia. Lo verdaderamente lamentable es que aquella manifestación parecía más dirigida contra el Gobierno que contra ETA. Aún no he encontrado respuesta a la pregunta del millón: ¿Tiene la culpa el Gobierno de que ETA rompa una tregua?

Sin embargo, cualquier intento de hacer entrar en razón tanto al cabecilla de la AVT como a sus aborregados miembros acaba chocándose frontalmente con la defensa de que los que no hemos pasado por lo que pasaron ellos, no podemos opinar. Lo que viene a decir que a su modo de ver la justicia deja de ser ciega, y que sólo pueden juzgar aquellos que son lo suficientemente subjetivos para hacerlo. Lo dicho, para qué queremos justicia si podemos tener venganza.

1 comentarios. Deja alguno tú.:

Laura Sahagún dijo...

Si (la ilegalizada) Batasuna, en vez de ese ser llamado Otegi, tuviera al frente a un Gerry Adams, otro gallo nos cantaría. Y si la gente no fuera tan lerda y tan proclive a arrejuntarse y a enarbolar pancartitas y panderetas con la única finalidad de dar por saco en general, sea en foros de la familia pija, AVT's, espiritismos de Ermua con águilas preconstitucionales, manis contra la guerra en las que se grita "muerte a Bush" con camisetas del "Ché" y bota de vino en ristre; si gestitos tontunos, ruidosos y maniqueos por el estilo se sustituyeran por tan sólo un gesto personal y auténtico de respeto, reflexión y enmienda; si el pueblo llano tan sólo dedicara un rato al día al ejercicio de la información, el análisis y la crítica con fundamento, y si no, al menos guardara silencio y se quedara en casa viendo el fútbol; si los partidos de oposición sirviesen para algo más que para aprovecharse de la idiocia de los que les votan y para desviar atención y calentar los ánimos, discutiendo sobre la metafísica del ácido bórico o la de una instantánea de un pañuelo palestino al cuello del presidente del Gobierno; si la Iglesia (la católica), ya que se empeña en meterse en asuntos que están más allá de su estricta competencia, tuviera dos dedos de frente y otros tantos cojones (y ovarios; que de éstos faltan un rato también) y, ya que últimamente parece aquejarle un cierto picorcillo como de activismo tontuno, se fijara un poco, por ejemplo, en algunos colegas como Vicente Ferrer, y, puestos a pedir, dejara de paso en paz a Leo Bassi, a los jesuítas, a los expendedores de condones y a los homosexuales (no a los que, en su seno, se dedican a meter mano a impúberes en oscuras sacristías); si un día de estos, para variar, sus cabezas visibles (los de la Iglesia -la católica-, me refiero), al menos una vez, se manifestasen pública y espontáneamente contra la pena de muerte; si los rencores del 14-m no se mezclaran y dieran al traste con absolutamente todos los intentos de diálogo del Gobierno con la derecha; si, poniéndonos globales, el mundo musulmán no fuera analfabeto; si algunas potencias mundiales no estuvieran gobernadas por delincuentes; si todo dejara de ser consigna vacua, dirigida, mediatizada y maleada; si millones de vidas humanas no estuvieran en manos de unas pocas multinacionales farmacéuticas sin escrúpulos; si el Acuerdo de Kioto fuera algo más que tinta sobre papel mojado; si la Navidad fuera un tiempo para meditar sobre lo que nos queda a todos nos queda por hacer por este mundo nuestro y no siguiera siendo, sólo para algunos, el trasiego consumista perfecto para camuflar estudiadamente una ejecución vergonzante... Si todo ello ocurriera... pues eso, que otro gallo nos cantaría. El mundo empezaría a ser un sitio digno y agradable en el que (con)vivir (siempre que el metro cuadrado no superase los 5000€).

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