8 ene 2010

Conspiranoia (no tanta), el efecto San Mateo, y el "te lo dije, te lo dije, te lo dije..."

Desde que leí en su día sobre el efecto San Mateo, reflexioné sobre el tema, y me adentré en una de mis pasiones favoritas. Extrapolar y buscar la forma de convertir en generales lo que son reglas particulares. El mencionado efecto San Mateo consiste (para quienes no quieran pinchar en el enlace), en el hecho probado de que en Ciencia, cuanto más prestigio tiene un descubridor, más bombo se da a sus descubrimientos, mientras que si el mismo hallazgo lo realiza un investigador anónimo, es posible que no pase de su ámbito inmediato. Esto viene provocado por el hecho de que normalmente un investigador prestigioso tiene a muchos medios pendientes de lo que hace, y por tanto cualquier movimiento que realice tiene una resonancia mucho mayor, mientras que el oscuro y gris investigador desconocido, tendrá que ser él quien busque proactivamente la publicación de su trabajo, en ocasiones incluso infructuosamente. Esto es extrapolable a prácticamente todas las facetas de la vida, claro. Cualquier tontería hecha por un famoso, sale en todos los programas de faranduleo y prensa rosa, y eso le inyecta una nueva dosis de popularidad. Si la misma tontería la hacemos nosotros, probablemente no se entere nadie, y ante el mismo estímulo, el efecto resultante es bien diferente (menos mal). Si Botín dice que la economía va como el culo, sus palabras resuenan enormemente, mientras que si yo digo exactamente el mismo discurso, se enterarán cuatro gatos, y encima me tomarán por idiota.

Cuando hace unas semanas publiqué un artículo sobre el nefasto tratamiento que se estaba dando al vídeo de Forcades, y lo ignominioso que me parecía llegar incluso al ataque personal, (siempre me enseñaron que en cualquier enfrentamiento dialéctico, recurrir a la bajeza del ataque personal deslegitimaba nuestra postura), se armó la gorda. Lo curioso es que yo no defendía ciegamente las posturas de Forcades, pero en honor a la justicia, me parecía vergonzoso que aquellos que decían defender la veracidad, se lanzasen al cuello de la monja, por ser monja más que por lo que decía la monja. La cadena de comentarios fue larga, y se me acusó de defensor de la Forcades, de sus teorías conspiranoicas y demás. Lo cierto es que yo en su momento me alineé (y así lo explicité) con dos exigencias que hacía la monja. 1. Que la vacunación fuese voluntaria siempre, y 2. Que los fabricantes de dicha vacuna se responsabilizasen siempre y en todo caso de su producto, sin excusa o atenuante alguno. Cuando publiqué en mi perfil de Facebook un comentario sobre una extraña epidemia en Ucrania que hacía que la gente muriese a un ritmo "asustante", y me pregunté por qué no había información en los medios sobre ese tema, se volvió a abrir un encendido debate (que sólo mis contactos pueden leer) y se me volvió a acusar de conspiranoico. Al parecer a muchos les parecía normal que alguien estornudase en México, esto apareciese a cuatro columnas en primera plana de todos los periódicos, y automáticamente se ordenase fabricar trillones de dosis de vacuna, y al mismo tiempo a esas personas les parecía perfectamente comprensible que en Ucrania (que está a tiro de piedra) estuviese cayendo la gente como chinches, y ni un solo periódico (salvo uno de tercera regional de Castellón) dedicase la más mínima reseña al tema y hubiese que buscar información en periódicos rusos y ucranianos con ayuda de Google Translator. A mí ese silencio informativo no me parecía ni medio normal. Además, esto coincidía con la campaña de vacunación contra la gripe A, y me recordó a las palabras de Forcades, cuando decía "Si se desata una epidemia y empieza a haber una mortandad masiva, esto no es gripe A, ya que la gripe A se ha demostrado muy poco letal, y por tanto la vacuna de la gripe A sería del todo inútil contra esa nueva epidemia." Palabras bastante cuerdas, a mi modo de ver, incluso pronunciadas por una señora casada con Dios (que es el único dentro del Catolicismo que practica la poligamia consentida, supongo que por ser el jefe). Y volvieron a arreciar sobre mí las críticas y demás. Más tarde leí que habían sobrado el 90% de las vacunas compradas para la macrocampaña de vacunación que estaba llamada a salvarnos de la purga apocalíptica que iba a ser esta nueva peste negra. De los 37 millones de dosis que se habían adquirido, había 34 millones cogiendo polvo en los almacenes de los hospitales y centros de salud. Yo me preguntaba a quién beneficiaba este tejemaneje, y de nuevo me cayó un pedrisco de acusaciones que me hacían pasar por conspiranoico, desconfiado en extremo, etc. Cuando la policía se enfrenta a un crimen, una de las primeras preguntas que se plantea es "¿Quién sale ganando?" Y aquí la respuesta estaba clarísima. Sólo podían ganar dinero las farmacéuticas que, gracias a la providencial epidemia de gripe A, habían encontrado la puga de Benito que les haría pasar por encima de la crisis casi sin tocarla, como Jesús caminando sobre el Mar de Galilea...

El caso es que la historia no es nueva. En 2005 se desató otra "epidemia" de gripe, esta vez aviar (H5N1) que la OMS dijo que mataría a millones de personas en todo el mundo, y finalmente se llevó por delante a un par de pollos, tres patos, y un chino en Hong Kong y pare usted de contar. En aquella época, las farmacéuticas vendieron como rosquillas el famoso Tamiflu, fabricado en EEUU por Gilead Sciences Inc. (con licencia vendida a Roche), de la que era directivo Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa en ese momento del gabinete que compró a saco dicho Tamifu... ¿Alguien aún no lo ve claro? De lo que Rumsfeld sacó (tras la operación del Tamiflu) de vender Gilead a Monsanto, ya hablaré en otra ocasión. Pero en 2009 la OMS volvió a hacer sonar las trompetas de Jericó alertando de una terrorífica epidemia de gripe, esta vez porcina, (A/H1N1) que acabó pasando a los medios como la gripe A. Cuando desde el primer momento muchos dijimos que esto olía a otra campaña como la de 2005, pero esta vez más ambiciosa y a nivel mundial, nadie nos creyó. Cuando empezaron a fabricarse como rosquillas vacunas para una epidemia fantasma que no mataba a nadie, y dijimos que la OMS era una herramienta de publicidad ¿gratuita? para fomentar el miedo y disparar las ventas de las farmacéuticas, se nos tachó de locos, conspiranoicos, magufos o como se quiera llamar. Esto no es algo que descubriese yo, ni mucho menos. Yo vi indicios, vi a otros que decían lo mismo, y me pareció sensato. Los vínculos entre la Organización Mundial de la Salud y la gran industria farmacéutica, ámbitos estos entre los que se intercambiaban directivos, secretarios y demás puestos de responsabilidad no es algo nuevo. Venía siendo denunciado por montones de anónimos, e incluso por muchos no anónimos como Le Monde Diplomatique. Pero como sucede con el efecto San Mateo, no es hasta que lo dice alguien con peso, como Wolfgang Wodarg, doctor en medicina y a la sazón presidente de la Comisión de Salud del Consejo de Europa cuando los medios tradicionales se hacen eco de ello, como si fuese algo nuevo descubierto ayer mismo por la noche a la hora de la cena. Forcades dijo que la vacuna podía producir enfermedades graves como cáncer o Guillain-Barré, y es una tarada, pero si lo dice el doctor Wodarg, es otra cosa. Forcades dijo que el cambio en la definición de pandemia llevado a cabo por la OMS un mes antes de que se declarase la "pandemia" (perdón, pero es que si no lo pongo entre comillas me da la risa), de gripe A era sospechoso, y por tanto la monja era una tarada. Pero si eso mismo lo dice el doctor Wodarg, de nuevo, chitón y punto en boca, que este señor lleva barba y tiene pinta de saber mucho. Forcades dijo que la OMS parecía actuar en oscuro interés de las farmacéuticas ¡Buf! ¡Qué locura! ¡Zumbada conspiranoica! ¡Maldita magufa! ¡A machacarla, que somos escépticos defensores de la Ciencia! (me recuerdan poderosamente a los parabolanos de Ágora tirando piedras para defender la doctrina no violenta de Cristo). Pero si es Wolfgang Wodarg quien señala la mafia de la OMS y el tufillo a chanchullo con las farmacéuticas, entonces sale Iñaki Gabilondo haciéndose eco del tema en prime time. En definitiva. Lo que durante años muchos decíamos (y también decía Forcades, entre otras chorradas que desde luego también dijo y se podía haber callado), no pasó de lo anecdótico, o incluso se ganó todo tipo de críticas y menosprecios. Pero ¡ay, amigo! Cuando eso mismo lo dijo un señor de prestigio, los que criticaban, se metieron la lengua en el culo muy, muy dentro y callaron, y los que no, se hicieron de nuevas como si nunca nadie hubiese dicho nada parecido. El efecto San Mateo.
Mt. 25:29. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Qué majo San Mateo...

1 comentarios. Deja alguno tú.:

Fermín Chicharro dijo...

Pues yo creo que además del efecto San Mateo está el síndrome de "A ver si ...": "A ver si voy a ser el único que no compra lotería y le toca a todos mis compañeros y a mí no."; "A ver si soy el único país que no se previene contra la gripe A y luego tiene más virulencia de la esperada.".
Supongo que nuestros dirigentes han pensado: como todos los países han hecho enormes inversiones, está justificado mi gasto y de paso le callo la boca a la oposición. Porque, imaginemos por un momento que el gobierno no hubiera tomado medidas. Ya veo a nuestra magnífica oposición haciéndole la vida imposible a Zapa acusándole de genocida.

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