Cuando se anunció que mi admirado José Luis Rodríguez había ganado el premio Veolia BBC Wildlife, que es probablemente el más prestigioso galardón de fotografía de fauna salvaje, y se publicó la foto que le había hecho merecedor de ese premio, he de reconocer que el traicionero orgullo patrio y la belleza propia de la foto me nublaron la vista. Los árboles no me dejaron ver el bosque.
Al empezar a aparecer los primeros rumores sobre la posible utilización de un animal amaestrado, me caí del guindo. Para cualquiera que haya tenido perros, y que tenga cierto gusto por la naturaleza y la fauna, resulta evidente que un lobo en estado salvaje intentaría colarse por debajo del cercado, intentando ahuecar el suelo hoyándolo con las manos. Nunca intentaría saltarlo, máxime cuando la visión de los cánidos es deficiente, y mucho más en condiciones de baja iluminación, en las que está hecha la foto. El problema radicaba en que en el articulado de las bases del citado concurso, se hace expresa mención de que los sujetos retratados han de ser obligatoriamente animales salvajes en libertad.
Esta misma semana, el comité del mencionado galardón hacía pública una escueta nota de prensa en la que anunciaba la retirada del premio al fotógrafo español. Y hoy me he topado con una noticia en la que unos reporteros afirmaban haber dado con el lugar exacto en el que se había hecho la foto, que, siempre según los redactores, se encontraría en la reserva zoológica Cañada Real, en la Comunidad de Madrid. Lo cierto es que a mí no me parece en absoluto que el lugar fotografiado en el artículo sea el mismo entorno en el que se ha hizo la foto. No coincide ni el tipo de cerca, ni los árboles que aparecen insertos entre los cantos, ni nada. En mi opinión, los redactores se han dado una vuelta por Cañada Real, han buscado un lugar similar al de la foto, y con un espíritu bastante amarillista se han colgado la falsa medalla de haber encontrado “el lugar del crimen”.
No obstante sí creo que existen dudas razonables para pensar que la foto, magnífica desde luego, está hecha con un animal domesticado, acostumbrado a saltar vallas y probablemente inducido a ello por algún adiestrador. Los variopintos argumentos expresados en los comentarios de la noticia, en chovinista defensa del fotógrafo español me parecen a cual más absurdo. Defensas como “a mí me parece una foto preciosa”, “si hubiese dicho desde el principio que el lobo era domesticado habría ganado limpiamente”, u otros de corte similar son ridículos. José Luis Rodríguez, si realmente usó un lobo amaestrado para su foto (y el jurado parece tenerlo claro), desde luego hizo una maravillosa foto que no sirve para ese concurso. Sería como presentar un precioso óleo a un concurso de acuarela.
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