El Gobierno nos vendió la TDT y nos obligaron a comprar cientos de miles de descodificadores TDT y adaptando cientos de miles de antenas receptoras, justificando ese enorme gasto, no público, sino del público, por medio de las bondades del nuevo estándar. Y no les faltaba razón a aquellos que intentaban convencernos. la TDT, o mejor dicho, el estándar DVB-T que se iba a implantar y que ahora tenemos en España era lo mejor. Permitía recibir muchos más canales, de radio o televisión en alta definición, con audio digital 5.1, en dual, con subtítulos, etc. Pero no había elección, nos dijeron que no nos quedaba más remedio porque en 2010, o se recibía TDT o no se vería la tele.
Y todo para qué. Para, en vez de emitir en 16:9, o al menos hacer un letterbox de los contenidos panorámicos, seguir emitiendo en formato 4:3, recortándonos aquellos contenidos que vienen en formatos panorámicos, y perdiendo más del 30% de lo que sucede en pantalla. Para en vez de emitir en dual, seguir emitiendo un único canal de audio. Para en vez de proporcionar información detallada que permita planificar el consumo de televisión, no informar de los programas, ni de los horarios, o peor aún, informar de ellos y luego no respetar lo anunciado. Para en vez de emitir en alta definición, seguir emitiendo en la misma resolución de siempre (salvo un par de excepciones). Para en vez de ofrecer audio en Dolby 5.1 en aquellos contenidos que lo incorporan, castrar el sonido dejándolo, con suerte, en un miserable estéreo. Para en vez de ampliar la oferta de contenidos, usar los canales secundarios para volver a emitir en distintos horarios la misma mierda televisiva que emiten las cadenas en sus canales principales. O peor aún, llenarlos de anuncios o programas de teletimo en toda o parte de su horario de emisión.
¿Y qué se puede hacer? Se puede obligar a las cadenas de televisión a emitir contenidos en 16:9, en 5.1, en dual, etc? Claro que sí. Del mismo modo que se les obliga a emitir en digital, puede ponerse como condición de la licencia de emisión, que dicha emisión tenga unas características mínimas de calidad. Otra cosa es que no interese. A fin de cuentas, teniendo a la gente aborregada, no piensan en otras cosas.
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