30 nov 2007

Mentir y ocultar la verdad

De pequeño me encantaba ser espía. Me compraba libros de espionaje y jugaba con espejos para ver a través de las paredes o teléfonos de yogur para escuchar por debajo de las puertas. Pero el aspecto que más me apasionaba era el ámbito psicológico del espionaje, quizá porque era el más barato y fácil de practicar. El caso es que le dedicaba horas al análisis minucioso de cómo funciona nuestra mente. Y he recordado todo esto porque recientemente he conocido a una chica que le es infiel a su novio con un chico al que ha conocido recientemente.

Algo esencial en el juego del espionaje es no permitir atar cabos al "enemigo". Nuestro cerebro es una máquina de atar cabos. Se le da fenomenal encontrar puntos en común entre diversas variables, historias, datos, etc. Por eso, le dije a esta chica que lo primero que había hecho mal es decirle a su novio que había quedado con "un amigo", y luego contarle lo majo que es ese amigo, los animales de compañía que tiene, etc. ¿Por qué? Pues porque si cualquier otro día, esta chica se da un revolcón en casa de su affaire y llega con pelos de gato adheridos a su ropa, se da una incómoda situación debido a que por su locuacidad, ella le había contado a su novio quién tenía y no tenía gato. Y sus compañeros de trabajo, con quien ella decía haber estado, no tienen gato, y tampoco hay gatos en los bares, donde ella había dicho que estaba. "Pero el chico aquel que acababa de conocer sí me dijo tenía gato... ¿no?" Catapún

Otro gravísimo error es intentar reforzar una mentira con una inusual pléyade de detalles. Como le contaba yo a mi amiga, había sido un error darle infinitos detalles sobre lo que había estado haciendo (supuestamente) una tarde, cuando en realidad normalmente no dice gran cosa cuando realmente se va con sus compañeros de trabajo. "Qué raro. Ella jamás comenta el color de los pantalones del camarero del bar en el que ha estado..."

Pero algo en lo que la mayoría de la gente falla es a la hora de la mentira pura y dura. Mentir está muy feo, vaya por delante. Y niños, no hay que mentir a papá ni a mamá. No hagáis esto en casa, nosotros somos profesionales. Al lío. Muchas veces me encuentro con mucha gente que declara "es que yo no sé mentir, se me nota en seguida" Y la verdad es que es tristemente cierto. Hay gente que en cuanto dice que tardó diez minutos en vez de los cinco que tardó en tomarse un café, le empiezan a temblar las canillas, tartamudea, balbucea y se pone blanca, colorada y luego atornasolada. Y a su interlocutor sólo le quedan dos opciones. O creer que se ha atragantado con un caramelo de toffee Soriano (de esos que se adhieren con increíble fuerza a los molares superiores) y proceder a hacer la maniobra Heimlich, o bien dar por sentado que todo cuanto está saliendo por esa boquita es una trola.

El problema a la hora de mentir es que ponemos a nuestro simplón cerebro en un brete. En esos momentos estamos obligando a nuestro cerebro a sacar a mucha velocidad mucha información y muchos datos sobre los que no tiene una base en la que apoyarse (aunque parezca mentira, hablar cuesta menos que pensar, por eso se habla tanto y se piensa tan poco). A resultas de este proceso, nuestro cerebro empieza a sentirse fatal. Aquí es donde podemos sacar tajada de una debilidad de nuestro cerebro y hacerle un by-pass para evitar esa desazón tan desagradable. Ya he comentado aquí en alguna ocasión la teoría Brain in a Vat. Según esta teoría filosófica, nuestro cerebro se "ilumina" de la misma forma cuando comemos un helado, que cuando rememoramos habérnoslo comido. Esto significa que para nuestro cerebro es muy similar por no decir idéntico el proceso de vivencia y el de rememoración. Así las cosas, si nosotros vivificamos, imaginamos con pelos y detalles una situación, estamos engañando a nuestro cerebro de forma que él recree la situación con la misma intensidad con la que la viviría en caso de ser real. Y llegados a este punto, a la hora de contar esa situación ficticia, nuestro cerebro encuentra un "recuerdo falso" pero que a sus efectos, es tan válido como uno verdadero, por lo que a la hora de contar que hemos estado donde no lo hemos hecho, mantendremos un pulso firme como el acero. Esta es la técnica que hace que el polígrafo o máquina de la verdad falle, y por la que no sea aceptada como prueba ante los tribunales.

Y así, fui instruyéndola hasta completar un enorme rosario de triquiñuelas psicológicas encaminadas a, como en una partida de ajedrez, intentar que tu mente venza a la de tu adversario.

Pero ante todo y como le decía yo a mi amiga, todas estas técnicas, trucos y métodos no tienen por objeto que su novio no la pillase, sino tan sólo evitar que su novio quisiese pillarla. ¿Y por qué? Pues porque si su novio llegase a tener el deseo y el firme propósito de pillarla, desde luego la pillaría. Porque en realidad, lo triste de la mentira y la traición, es que sólo puede engañarse a quien confía en nosotros y a una mente desconfiada y recelosa es prácticamente imposible meterle un gol. Por eso, si ella quería que no la pillase su novio, lo que debía hacer era no darle a él motivos para que su novio quisiese pillarla.

Bueno, llegados a este punto supongo que muchos de quienes lean esto pensarán que soy una especie de ser peligroso, mezquino y diabólico que colabora en la infidelidad, miente por doquier y manipula tanto la realidad como al ser humano. Cada uno puede pensar lo que quiera, que para eso es gratis, pero saber cómo funciona una escopeta no te convierte en asesino en serie.

2 comentarios. Deja alguno tú.:

Anónimo dijo...

Toda la razón...

aplausos para ti...

muchos saludos y felicitaciones desde chile...

R.-

Anónimo dijo...

Hace 3 hoas leo y leo acerca de la prueba de poligrafo, tengo una importantisima pasado mañana, obvio q tengo algo q ocultar pues no estaria en estas, agradeceria toda la ayuda posible, no soy un delincuente, solo necesito trabajar y el haber fumado hierba durante muchos años me puede privar de esta opotunidad, agradeceria cualquier ayuda adicional, me puede contactar en mindsfree2006@hotmail.com ,gracias.

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