Hoy he oído en la radio una cuña de una marca de coches en la que se hablaba de "vapor de nubes", y me ha recordado que esta, la de que las nubes están hechas de vapor, es una de las falsas verdades más extendidas, aunque por lo inofensivo de la misma, no se le presta mucha atención. El caso es que si preguntamos a alguien "¿De qué están hechas las nubes?", mucha gente responde con convicción una cantinela cincelada en la escuela "De vapor de agua." Y el caso es que esto es una falsedad, porque las nubes blancas o grises que nosotros vemos, los cúmulos, cirros o estratos, están hechas, todas sin excepción (casi), de agua líquida. Y digo casi, porque en algún caso, como los cirros, no es agua líquida sino cristales de hielo. El vapor de agua es absolutamente transparente. Si las nubes estuviesen hechas de vapor, serían invisibles.
El ciclo de vida de una nube es bastante simple y todo el mundo lo conoce por los dibujos de los libros del cole. El sol le atiza al mar, se evapora el agua, y ese vapor, al ser menos denso que el aire, se eleva. Sin embargo aquí viene lo que en la simplificación escolar no se cuenta. El vapor de agua, al elevarse, alcanza capas más frías de la atmósfera, ya que el aire se calienta no por acción directa del sol, que lo atraviesa casi sin afectarle, sino por contacto con la cálida superficie terrestre (esta es una de las causas de que en las zonas con mar, el ambiente sea más fresco) a la que el sol sí afecta y mucho (si has caminado descalzo por la playa, lo sabes). Así que conforme el vapor se eleva, y por tanto se aleja de la superficie, el aire está más frío, y le sucede lo mismo que al vapor de agua de la ducha cuando alcanza el frío espejo del baño. Se enfría bruscamente y pasa a estado líquido. Toda esa cantidad de agua pasa a componer millones de gotitas. ¿Por qué no se caen? Son muy pequeñas y están en suspensión, de la misma forma que le sucede al polvo. Cada gota se comporta como un pequeño espejo cuando le da el sol (todos hemos visto de cerca una gota de agua iluminada por el sol), y esto hace que brillen enormemente cuando el sol las ilumina. ¿De qué color es el brillo? Blanco. ¿Y las nubes? ... Todas las nubes, incluso las de tormenta, son blancas por su cara superior. Si nosotros vemos nubarrones negros o grises, es únicamente porque los vemos por su lado no iluminado, y cuando hay tormenta se dan dos circunstancias: La primera es que la cobertura de nubes es mucho mayor, por lo que no llega luz intensa a la parte inferior de las nubes, haciendo que queden en sombra. Y en segundo lugar, que las nubes de tormenta son mucho más densas, lo que dificulta el paso de la luz por dentro de la propia nube.
Estábamos con nuestras gotitas de agua recién condensadas a partir del vapor, y disueltas en el aire formando una preciosa nube. Esto es una suspensión en sentido estricto, aunque para mi ejemplo, lo trataré como una, una disolución. Todos los disolventes (esto también lo aprendimos en el colegio) tiene una capacidad máxima de absorción de soluto. ¿Qué ocurre si nos pasamos echando azúcar en el café? Al principio el azúcar se disuelve, pero a partir de cierta cantidad, el café no puede disolver más azúcar (está saturado) y el exceso de soluto decanta, y nos deja un dedo de azúcar en el fondo. A nuestras gotitas de vapor de agua de la nube les pasa algo similar. Cuando empieza a haber muchas más gotitas de agua de las que el aire puede disolver, la nube se hace más densa, y el sol no llega a su interior, las gotas empiezan a estar demasiado juntas, y sucede lo que le sucede cuando juntamos dos gotas de agua, cosa que todos hemos hecho. Dos gotas se juntan y pasan a formar una gota más grande. El problema de toda suspensión es que su éxito depende intrínsecamente de lo pequeña que sea la sustancia suspendida. Es posible hacer una solución de polvo en agua, pero no de piedras, aunque polvo y piedra estén hechas de la misma sustancia. Así, cuando las gotas empiezan a juntarse y a formar gotas más grandes, llega un momento en que son demasiado grandes para permanecer suspendidas en el aire, y caen, o técnicamente precipitan. Por eso el hombre del tiempo habla de precipitaciones, ¿qué te creías? En su caída arrastran a más gotas que encuentran a su paso, y en ocasiones también al polvo y otros elementos y partículas que hay en las capas inferiores. Por eso a veces llueve barro o agua sucia. Si se da la rara circunstancia de que las capas inferiores están más frías que las superiores, puede incluso ocurrir que la gota se congele en su caída. Para esto no hace falta que la temperatura sea por debajo de los 0 ºC, ya que una gota en movimiento puede tener una sensación térmica por debajo del punto de congelación (¿alguna vez te han soplado sobre la piel nada más salir de la piscina?), de modo que la gota congelada cae, y nosotros lo llamamos granizo.
Un dato curioso: Una nube puede pesar entre 50 y 200 toneladas. Ahí, suspendidas en el aire como si tal cosa.
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