Una de las trolas que más divertidas me resultan rebatir, (al margen de la del fraude lunar), es la llamada conspiración de los chemtrails. Esta es una de esas historias magufas o conspiranoicas que son tan absurdas que frecuentemente pienso que quien la ideó por vez primera sabía que todo era una trola y pretendía reírse de los incautos que se lo creyesen. Y a fe que aún debe de estar partiéndose el pecho. En fin, para los que no lo conozcan, empezaré diciendo que ésta es una creencia popular, leyenda urbana, trola, bulo, hoax o como se quiera llamar que afirma que las estelas blancas dejadas por los aviones son en realidad una maniobra de dios sabe qué oscuros intereses o entidades, que pretenden fumigarnos para provocar todo tipo de males, desde halitosis hasta juanetes, pasando por el control mental, amén de cambios en el clima y cualquier exotismo que a uno pueda ocurrírsele. Según esta gente, para fumigar los chemtrails se utilizarían ora aviones expresamente destinados a ello, ora aviones comerciales dotados de dispositivos fumigadores con la connivencia de las aerolíneas, o en su desconocimiento. Los defensores de esta tesis basan sus afirmaciones en el hecho de que dichas estelas se concentran en las grandes ciudades, que presentan curiosos patrones en el cielo, como líneas rectas, que duran más tiempo en el cielo y tardan más en desvanecerse, que cada vez hay más estelas, etc. Todo ello por no hablar de las supuestas enfermedades que se achacan a los chemtrails.
El origen del término no tiene mucha miga: Las estelas de condensación de los aviones se llaman en inglés contrails, contracción de condensation trails. En base a ese término y a la creencia de que dichas estelas eran debidas a la fumigación con secretos agentes químicos, se acuñó la expresión chemical trails, contraída como chemtrails.
Una formación de B-17 dejando estelas de condensación durante la Segunda Guerra Mundial. |
Para comprender qué son y por qué se forman las estelas de condensación tendremos que aprender un poquito de química y de física. Si bien un avión puede formar estelas de condensación en partes prominentes de su estructura, como las puntas de las alas, las estelas de condensación que vemos cotidianamente tras un reactor comercial, se originan en los motores. Los motores de combustión interna que utilizamos desde hace un siglo funcionan quemando hidrocarburos. Los hidrocarburos son compuestos basados esencialmente (como puede inferirse de su nombre) en dos elementos químicos: Carbono e hidrógeno. Quemar consiste básicamente en oxidar a gran velocidad, es decir, en combinar un compuesto o elemento con oxígeno. Debido a estas dos circunstancias, cuando se queman dichos hidrocarburos, se emiten principalmente compuestos de carbono y oxígeno, como el monóxido y el dióxido de carbono (CO y CO2) y un compuesto de hidrógeno y oxígeno, bastante común por aquí y que solemos llamar agua (H2O). Dada la alta temperatura de dicho proceso, el agua desprendida en el proceso aparece en forma de vapor. El vapor de agua es un gas transparente, como ya expliqué en una ocasión, así que no se ve a simple vista. Sin embargo, cuando un avión vuela a partir de cierta altitud, el aire circundante está extremadamente frío, a temperaturas de varias decenas de grados bajo cero. Esto provoca un enfriamiento repentino de dicho vapor de agua, que se condensa (de ahí el nombre de estela de condensación) en forma de gotitas que sí se hacen visibles en forma de una bonita cola blanca que sigue al avión. De hecho, aunque las estelas de condensación se asocian normalmente a reactores, lo cierto es que cualquier avión que queme hidrocarburos como sucedía con los bombarderos de pistón en la Segunda Guerra Mundial y que delataban la posición de dichas formaciones.
La mayor o menor persistencia de la estela es esgrimida por los magufos como un argumento a su favor. Según ellos, las estelas que duran más tiempo son chemtrails, mientras que las que se desvanecen rápidamente son contrails normales. Pero lo cierto es que esto es a todas luces absurdo, ya que la persistencia de una estela de condensación depende únicamente de la temperatura, la presión atmosférica y del viento. De la misma manera que el vaho que exhalamos en invierno en ocasiones se disipa rápidamente y otras veces es denso y permanece, sin que ello signifique que pretendamos fumigar a nadie con nuestro aliento, por mucho tiempo que haga que no nos lavamos los dientes. Con vientos fuertes, las partículas de la hipotética fumigación maligna se alejarán unas de otras, hasta hacer la operación totalmente absurda e ineficaz. En ocasiones las estelas pueden tener irisaciones. Estas se producen cuando la condensación pasa a estado sólido, formando cristales de hielo. En esencia a esto lo llamamos cirros cuando se forman naturalmente, y cuando el sol incide con cierto ángulo sobre dichos cristales de hielo, la luz se descompone en su interior de la misma manera que se descompone en un prisma o en una gota de agua. Al efecto resultante lo llamamos arcoiris. Nada de peligroso, maligno o diabólico.
Un espectacular 747 de Evergreen International, dedicado a la lucha contraincendios. |
Al margen de todo lo dicho, la verdad es que no tendría sentido fumigar a una altitud de 30.000 pies (unos 10.000 metros) ya que el agente maligno podría acabar, llevado por los fuertes vientos de la estratosfera, dispersado hasta cualquier parte menos donde se pretendía. La fumigación podría hacerse sobre Madrid y acabar cayendo sobre una granja de vacas en Ávila y con tal dispersión que no afectaría ni a un gusarapo. Por esa razón los profesionales de la fumigación realizan esta labor a pocos metros sobre los cultivos. En este punto los magufos, (siempre dispuestos a tirar de cualquier recurso, por inverosímil que resulte, con tal de defender in extremis sus estrambóticos planteamientos), han echado mano de algunas fotos y vídeos de reactores comerciales convertidos en apagafuegos como los de Evergreen International, muy espectaculares, pero que operan a pocas decenas de metros sobre el suelo, y no a varios kilómetros de altura que es donde aparecen las estelas de condensación.
Evolución del transporte aéreo entre 1950 y 2008. |
Evidentemente cada vez hay más estelas. El transporte aéreo tanto de pasajeros como de mercancías ha crecido exponencialmente desde los años cincuenta del pasado siglo, como atestigua esta estadística. Entre 1978 y 1994 se dobló el transporte aéreo mundial, pero sólo necesitó hasta 2004 para volverse a doblar. Esta es la causa de que las estelas de condensación en el cielo fueran algo casual en muchos sitios durante los ochenta, y que se hayan convertido en algo más que cotidiano, sobre todo en áreas de fuerte crecimiento socioeconómico.
Una carta de navegación aérea mostrando la confluencia de las aerovías en torno a un VOR. |
La razón de los patrones es sencilla si se explican un par de conceptos de aviación comercial. Los aviones, en crucero vuelan por las denominadas aerovías o rutas aéreas. Se trata de determinados caminos en el cielo siempre en línea recta. Los pequeños cambios de dirección o cruces con otras aerovías se realizan sobre determinados puntos, llamados fijos, o bien sobre radiobalizas (generalmente estaciones VOR). Estas radiobalizas frecuentemente están cerca o incluso dentro de aeropuertos. Y como es sabido, los aeropuertos están cerca de ciudades. Esto significa que en algunos puntos, muchas veces cercanos a ciudades, habrá una notable confluencia de aerovías, que hará que se formen en esas zonas acumulaciones de estelas.
Así que cuando mires al cielo y veas un avión dejando una estela blanca, ya sabes lo que es. Una sustancia química que llamamos monóxido de dihidrógeno. Agua, para los amigos.
2 comentarios. Deja alguno tú.:
Necesitas una mujer/amante o similar. Lo veo clariiismo...
O quizá necesites dejar las drogas. O lo que sea que te fumes.
Estimado PdH... Asumo por tu anodino comentario que te opones a mis tesis, por lo que debes de ser un firme creyente en los chemtrails. Te compadezco.
Por cierto, ya tengo mujer, amante y similar. Estoy servido. Y no tomo drogas ni fumo. Quizá por eso no me creo estas chorradas.
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