21 oct 2005

Coleccionismo compulsivo

Yo siempre me he tenido por bastante friki. Antes incluso de que estuviese de moda ser friki. (Sí amigos, ¿no saben que está de moda? Antes estaba de moda ser gay, pero ahora lo que se lleva es ser friki). El caso es que siempre me he caracterizado por ir un tanto a mi aire y hacer lo que me viniese en gana coincidiese, o no, con lo que mandaban los cánones y las buenas costumbres del momento y lugar. Al mismo tiempo, siempre he tenido un incontenible afán coleccionista. Reconozco ser coleccionista impenitente. Me gusta coleccionarlo todo. Desde sellos de correos a cámaras de fotos. Desde monedas a maquetas de aviones. Desde fascículos a peluches. Todo aquello que sea ir arrejuntando armónicamente un todo a base de unir sus pequeñas partes me fascina. Probablemente sea la herencia de una infancia ocupada casi al 90% por el TENTE.

Allegados míos han convenido conmigo (es decir, que yo he estado de acuerdo con ellos en todo momento), en que el coleccionismo es un impulso con un puntito de neurosis obsesiva. Es probable, pero como calma otros impulsos de otro modo más peligrosos, se tolera con la connivencia de la Sociedad y hasta está bien visto. Es como el que fuma marihuana porque se lo recomienda el médico. Tiene cáncer pero todos le miran con envidia el inmenso peta que puede fumar por prescripción facultativa.

Mis lectores tendrán conocimiento de que he venido siendo agorero del advenimiento del fin del mundo, o en el mejor de los casos de nuestra Civilización, a tenor de las estupideces cada vez mayores en que el ser humano del Primer Mundo ocupa su tiempo libre. No obstante, hoy he tenido contacto con otra prueba más, irrefutable sin duda de este hecho. Yo mismo he de admitir haber hecho alguna colección de fascículos que me permitía obtener poco a poco una enciclopedia fascinante, y verla crecer con ese puntito masoca que nada tiene que ver con la frialdad de comprar la enciclopedia ya hecha.

Pero desde hace algún tiempo venía observando con tanto estupor como incredulidad la aparición de colecciones de las cosas más peregrinas. Un pueblo medieval para construir ladrillo a ladrillo. Reproducciones de huevos de Fabergé. Taxis del mundo. Teteras curiosas. Camiones de reparto de huevos de los años 30. Cascos militares famosos. Hadas de las flores (es cierto, lo juro). La casita de muñecas. La casita de muñecas "rústica". La casita de muñecas "andaluza". La casita de muñecas "del poblado gitano de La Rosilla"... etc. Preveía la aparición en breve de alguna colección como: "Construya usted mismo su propia muralla china. Tres millones y medio de fascículos, cada uno acompañado de su correspondiente piedra. Primer fascículo y primera piedra, tan sólo un euro."

O bien algo como:
"Zurrapas con formas curiosas. Descubra el apasionante mundo de la zurrapa calzoncillera y descubra las increíbles formas que puede adoptar. Participe con los suyos en el divertido juego de los parecidos razonables..."

Pero no. Sin duda lo que hoy he descubierto me ha dejado completamente fuera de juego. Lean:
http://www.rbacoleccionables.com/principal.jsp?id=81

Sí, han leído bien. Chapas de Cava, Gran Selección. Juro por Dios que me gustaría conocer a alguno de los coleccionistas de esta colección, que por supuesto, como toda colección que se precie, se acompaña de lujoso mueble expositor para guardar sus chapas (que encima son reproducciones, y no originales) en perfecto estado como el primer día. ¿Se imaginan ustedes una tarde de domingo en casa de, pongamos Don Federico, coleccionador de Chapas de Cava. Me veo sentado en el sofá de Don Federico, en el salón de Don Federico, tomando con cuidado la tacita de la Cartuja de Sevilla con el café con leche, mientras Don Federico nos anuncia a la concurrencia:
"Os tengo que enseñar mi maravillosa colección de Chapas de Cava."

Nooooo, por Dios si quieres, saca las fotos del viaje a Egipto, pero las chapas de cava noooo.

Pero si hay algo aún más inquietante que la identidad del coleccionista que se somete a colecciones de esta índole, es sin duda la obscura identidad del que las crea. La perversa mente que está detrás de una creación como ésta. ¿A quién diablos se le puede ocurrir coleccionar chapas de cava? ¿Pero a quién diablos se le puede ocurrir crear una colección de chapas de cava? ¿Se trata de alguna maniobra para dominar las mentes? Sin duda ninguna esto no es trigo limpio. Renuncio a mi condición de friki. Me rindo. Mis colecciones son cosa baladí comparado con la novísima colección de Chapas de Cava. Lo que digo. Abocados a la autodestrucción sin remedio.

3 comentarios. Deja alguno tú.:

Anónimo dijo...

Por favor yo también soy una loleccionista y por problemas que no vienen al caso me he quedado a 4 fasciculos y videos de una coleccion "EGIPTO una civilizacion fascinante",si puede ayudarme le estaría muy agradecida, porque no me auerdo la editorial, y me estoy volviendo loca buscando por todas partes.

Nacho dijo...

Querida amiga. Puede que tu locura no se deba precisamente a no encontrar los cuatro fascículos que te faltan, pero si sospechas que así es, busca la editorial en la portada de los fascículos que ya tienes. Seguro seguro que allí aparece. Pero por favor, dime que con los fascículos no has coleccionado toda la sarta de abominables figurillas de inefable calidad que suelen acompañar estas colecciones.

Anónimo dijo...

Yo también ví lo de la colección de chapas de cava, y casi me caigo de la silla, es como lo de las vitolas de los puros (usadas??? jajaja)
Pues yo colecciono postales, sorpresa. Cuando mis amigos se van de viaje les pido que me traigan, y cuando yo me voy, arramplo con unas cuantas. El problema? que estoy procrastinando ponerlas todas ordenaditas en un albúm.
Así que ya sabes que me puedes regalar cuando vuelvas de tus viajes...

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