En torno a la expresión “energías renovables” hay un sinnúmero de malentendidos o falacias. De ellas, las dos más importantes son que no puede calificarse de renovable o no la energía, sino las fuentes de obtención de la misma. Y en segundo lugar, que las fuentes de obtención de energía son todas renovables, o todas no-renovables. El problema del petróleo no es que no sea renovable, porque sí lo es (el proceso de conversión de materia orgánica en hidrocarburos no lo ha detenido nadie). El problema es que consumimos mucho más petróleo del que se produce. Como durante millones de años nadie lo gastó, había acumuladas reservas, pero sin duda se acabarán agotando. Lo mismo sucede con la madera. La madera es un recurso renovable, siempre crecen árboles sin parar, pero si pretendiésemos cubrir nuestras necesidades energéticas con madera, superaríamos la tasa de producción de madera de la Tierra. Pero es que eso mismo le pasa a las tradicionalmente llamadas “energías renovables” viento, a la luz solar, o a la energía hidráulica. De hecho, si tenemos problemas energéticos es porque consumimos más energía de la que somos capaces de extraer del viento, de los saltos de agua, o de la radiación solar. En cualquier caso, aunque fuésemos capaces de extraer energía de estas fuentes con una eficiencia del 100%, la energía proporcionada por dichas fuentes no es infinita, por lo que podría darse el caso de que, incluso obteniendo toda la energía mencionada, siguiese siendo insuficiente para nuestras necesidades. Por ello, las energías eólica, solar o hidráulica, también podrían ser marcadas como no-renovables.
Otra cosa serían las “energías limpias” (que siendo estrictos deberían ser “fuentes limpias de energía”) Aquellas fuentes de energía que, al margen de la renovabilidad, aspecto que, como acabo de aclarar, es bastante poco práctico, hacen referencia a los residuos que emiten. Hay energías renovables limpias y sucias. La energía nuclear de fisión, es una energía “renovable” o al menos con una tasa de gasto de materia prima mínima. Sin embargo es muy sucia. Sus residuos son difíciles de gestionar, de procesar, de reciclar o de eliminar. Sin embargo aquí volvemos a encontrarnos con una cierta cantidad de inocente (supongo), demagogia. Porque lo cierto es que tradicionalmente se han considerado limpias aquellas fuentes de energía que liberan vapor de agua (casi todas las basadas en el hidrógeno, ya sea para producción eléctrica o como combustible). Sin embargo, un exceso de vapor de agua puede tener efectos climáticos indeseables. Incremento de la capa de nubes, que también pueden tener un efecto invernadero (aunque de menor impacto por gramo que el CO2, si bien, como dijo Paracelso, “no hay venenos sino dosis”). Quiero decir con esto, que realmente al igual que pasaba con la renovabilidad, la limpieza de las fuentes de energía es un concepto relativo, que dependerá de la cantidad de residuos emitidos tanto como de la naturaleza de los mismos. Lógicamente, con algunos residuos (nucleares, por ejemplo), se llega al umbral de indeseabilidad antes que con otros (vapor de agua, por ejemplo). Sin ir más lejos, el efecto medioambiental que tuvo el hecho de que en Europa que se usase algo tan antiecológico como la leña como medio de obtención de energía primario en el siglo X, fue imperceptible por numerosos factores: La población era ínfima comparada con la actual, y las necesidades energéticas por habitante eran también muy inferiores. Hoy en día, con la población actual y con las necesidades energéticas por habitante actuales, medios de obtención de energía mucho más limpios que la leña podrían tener efectos medioambientales mucho mayores.
Quizá por eso, empieza a ser cada vez más necesario, no sólo trabajar en un extremo de la cadena de la energía (la producción), sino también en el otro extremo (el consumo). Es importante tomar conciencia de que no existen energías renovables ni limpias, si no se realiza un consumo responsable. Y por ello, es importante reducir el consumo energético a lo mínimo imprescindible, ya que cualquier medio de obtención de energía es pernicioso para el medio ambiente en muchos aspectos. Ya sea por la fabricación de los elementos captadores de energía (los paneles solares se fabrican con metales más o menos raros como indio, galio, selenio, cadmio, pero desde luego muy contaminantes), o bien porque los propios medios de extracción sean poco ecológicos (obtener hidrógeno es muy costoso energéticamente), o bien porque los residuos resultantes son igualmente peligrosos.
Por eso, cuando veo despilfarros energéticos como, por citar un ejemplo, el aire acondicionado instalado en algunas calles de Singapur, pienso que dicha concienciación es poco menos que imposible.
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Las energías renovables actualmente se definen porque son capaces de generarse (o regenerarse) dentro de la escala de tiempo humana. Pero si las sobreutilizamos, de facto no seran capaces de regenerarse, por lo que no se podrian considerar renovables. Es lo que está pasando con el agua, por ejemplo.
Estoy de acuerdo contigo, hay una confusión entre energías alternativas, renovables y limpias. Cierto es que muchas veces coinciden estos conceptos, pero no siempre. La energia hidraulica no se considera alternativa, pero sí limpia. Alternativa es la nuclear, pero no es renovable, ni limpia. Por poner dos ejemplos.
La clave está en el patrón de consumo. De nada sirven las ecotecnologías, y tener la bombilla más eficiente del mercado, de bajo consumo y estupenda, si nos la dejamos encendida sin necesidad.
Como de nada sirve generar toda la energia de forma renovable, si la malgastamos.
Muak
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