4 sept 2013

Flyboys

La única razón que uno puede tener para ver Flyboys, Tony Bill (2006) es asistir a una exhibición principalmente infográfica de aviones de la Primera Guerra Mundial. Es una película para aerotrastornados. Nada más.

Absolutamente nada más, porque la película es un desastre del que se salva Jean Reno, aunque su papel se limita a "hacer de francés" por lo que tampoco es de sus interpretaciones más meritorias. Protagonizada por James Franco, al que no trago quizá por ser clavado a Toni Cantó, a pesar de que en Oz the Great and Powerful (2013) tengo que reconocer que ha mejorado algo. Como argumento es bastante predecible, aun siendo un tema no tratado por el cine (la escuadrilla Lafayette de pilotos voluntarios estadounidenses en L'Aeronautique Militaire francesa).

Reconozco que hacer una película sobre los caballeros del aire a la sombra de The Blue Max (1966) protagonizada por George Peppard y Ursula Andress no debe de ser fácil.

Pero en lo que Flyboys hace aguas de manera lamentable es en la documentación. Evidentemente se trata de ficción, pero a no ser que uno esté haciendo una película de Flash Gordon, cuando la ficción se enmarca en una época histórica es de obligado cumplimiento el atenerse a la historicidad, sobre todo en lo aeronáutico.

Flyboys se desarrolla en la época en la que Estados Unidos no ha entrado aún en la Gran Guerra, cosa que sucedió en abril de 1917. Antes de ese momento, algunos voluntarios norteamericanos se alistan en la escuadrilla Lafayette donde se les comunica que cuando aprendan a volar, serán los primeros en volar los nuevos Nieuport 17, modelo que entró en servicio en marzo de 1916. Así que podemos establecer aunque no se indica nada a ese respecto, los hechos suceden en la primavera y verano de 1916. En esa época aún faltaba casi un año para que los omnipresentes triplanos Fokker volasen por primera vez (julio de 1917). En realidad es muy poco probable que los Nie 17 y los Fokker DR.I se enfrentasen en combate, ya que incluso aceptando que los hechos se desarrollasen después de julio de 1917, para entonces los Nie 17 ya eran aviones totalmente obsoletos y Francia ya los había reemplazado por los robustos SPAD. Además, "un mes después" de que los protagonistas acaben la instruccikón, los alemanes lanzan la ofensiva del Meuse, que comenzó en septiembre de 1918. Por otro lado algunos aviones alemanes (entre ellos el del malo malísimo) llevan la Balkenkreuz, la cruz de brazos rectos que se impuso oficialmente en marzo de 1918. Un personaje clave es el piloto negro, Eugene Bullard, que realmente no voló con la Escadrille Lafayette, sino con otra escuadrilla de los Lafayette Flying Corps.

Aparte de lo dicho con carácter estrictamente histórico, una infografía muy poco cuidada hace que los aviones recreados por ordenador tengan poco que ver con las réplicas reales usadas para las escenas de primeros planos o en tierra, por no hablar de maniobras imposibles, o triplanos pintados completamente de rojo a porrillo. Entiendo que el triplano Fokker pintado de rojo, por ser el avión del Barón Rojo es un icono reconocible en la pantalla, pero la existencia de interminables bandadas de ellos hace del visionado una experiencia aún más dolorosa. Por no hablar de detalles "modo experto" como los motores de siete cilindros (los Nieuport 17 llevaban motores Le-Rhône de 9 cilindros), que además no rotan, (eran motores rotativos, no radiales). Un supuesto Nieuport 11 Bébé que realmente es un Nie. 17, fácilmente diferenciable por el carenado del motor, aviones franceses con una ametralladora con montura Foster (sobre el plano superior, y que era exclusiva de los aviones británicos), sumada a la ametralladora sincronizada sobre el capó del motor (teniendo en cuenta que cada ametralladora más munición pesaba casi como el piloto…), o la artillería antiaérea que dispara salvas sin metralla, única explicación para que estallen a medio metro de los aviones sin afectarles en absoluto.

En fin, una historia previsible y no muy cuidada, que tiene el tema aeronáutico como simple hecho coyuntural (podría desarrollarse idénticamente en la Roma Imperial), una calidad interpretativa muy normalita, un acomodo histórico más que mejorable (el asesor militar, Jack Livesey, cumplió condena por falsificar su currículum con experiencia militar inventada), y unos efectos especiales muy descuidados con recursos facilones y .

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