1 feb 2012

Cuando el sexismo está en el cerebro...

Dentro de la abrumadora marea de correos que recibo como cualquier otro alumno de la UNED, hoy he recibido uno que me ha tocado la fibra sensible. No por ser genuino, que no lo es ya que el tema sobre el que versa es harto viejo, sino por ser la gota que colma el vaso. Vaya por delante que aunque creo sólidamente en la igualdad entre hombres y mujeres en todas las facetas de la vida, opino igualmente que la mayor parte de las medidas en pos de esa anhelada igualdad de género (vaya, aquí no dicen de sexo), me parecen populismo barato que sólo pretende ganarse el voto de un progresismo ignoto y estúpido, muchas de ellas sin ninguna efectividad real cuando no verdaderamente perniciosas, como es el hecho de los cupos o cuotas. Pero todo eso es harina de otro costal. Hoy toca hablar de "sexismo en el lenguaje".
El caso es que he recibido un correo desde la Oficina de Igualdad (desconocía su existencia) de la UNED, recomendándome la lectura de la Guía del Lenguaje. El escueto correo dice así:
Estimadas compañeras y estimados compañeros, 
La Oficina de Igualdad pone a vuestra disposición "La Guía de Lenguaje no Sexista". Para más información consultar nuestra página Web: www.UNED.es/oficinadeigualdad 
Una de las primeras premisas que sólo una mente enferma, paranoica y obsesionada puede establecer es el llamado sexismo lingüístico (la negrita, lo juro, no es mía) o llamar al lenguaje que manifiestamente no lo es "sexista o discriminatorio". A pesar de la falacia argumentativa que se emplea (diferenciando entre sexo y género), el lenguaje no tiene sexo, tiene género. ¿Alguien se acuerda de aquello de EGB sobre la concordancia de género y número? Pues eso. Cuánto daño ha hecho la ESO.

Si bien establece algunas reglas de estilo tan sensatas como obvias, (como explicitar el género del título cuando se conoce el sexo de la persona, es decir porner que Antonia Buena Persona es profesora titular, y no profesor/a), o la no recomendación de uso de la arroba para usar un falso genérico), en su mayoría el documento es un cúmulo de despropósitos. Como despropósito es abogar por el desdoblamiento del masculino genérico cuando se dice que en vez de "acceder a plazas de profesores no asociados" es preferible "acceder a plazas de profesoras y profesores no asociados". Para empezar porque la RAE sólo recomienda el desdoblamiento en su edición de 2009 de la Gramática Española para aquellos casos en los que quepan dudas sobre la neutraldiad de género de la expresión. ¿Acaso el departamento de igualdad de la UNED está expresando dudas sobre una supuesta discriminación de sexo en las convocatorias a profesores? ¡Cielos! Por otro lado, si quieren igualdad ¿por qué en todos los ejemplos de desdoble a lo largo del documento está el femenino primero? La justificación viene unas páginas más adelante al afirmar que colocar el masculino primero establece una relación de jerarquía inexistente. Y claro, no hay mejor forma de eliminar una relación de jearquía inexistente que creando otra relación de jearaquía inexistente.

Lo grave de todo esto es que se pasa por el forro una regla básica de la Real Academia Española que propugna la llamada economía del lenguaje. Es decir, que no se caiga en un cúmulo de circunloquios innecesarios rellenando de palabras huecas y sin sentido ni razón de ser, un texto. Otra de las reglas que se obvian es el llamado masculino genérico, que significa que cuando una palabra admite ambos géneros, pueden denotarse ambos usando el masculino de forma genérica. Ya es un tanto absurdo el uso de la abreviatura "/a" en expresiones como "Estimado/a señor/a", pero puede justificarse cuando el contexto no deja clara la neutralidad de género. Lo que es del todo un sinsentido es el "Estimadas compañeras y estimados compañeros" con que empieza el correo cuando es una comunicación dirigida a alumnos de la UNED, institución esta que, a día de hoy, no discrimina por género en su matrícula y por tanto se entiende dirigido a la totalidad de compañeros, sea cual sea su sexo.

Afortunadamente "Los aspirantes" recomienda sustituirlo por "Las personas aspirantes". Ya me esperaba una boutade como "los aspirantes y las aspirantas", al estilo de las "miembras" aquellas. Sin embargo el texto comete faltas de ortografía como cuando ejemplifica "Quién abajo firma" cuando ese quien debe ir sin tilde ya que es pronombre relativo y no pronombre interrogativo ni indefinido.

El documento viene, además, aderezado con una nutrida bibliografía compuesta por un sinfín de folletines de entidades que son auténticas autoridades de probada solvencia en materia de la lengua castellana como el Gobierno del Principado de Asturias, el Instituto Andaluz de la Mujer, y los Ayuntamientos de Nerja o Avilés. Y ya. Ni un solo documento proveniente de la Real Academia Española.

Pero quizá lo más insultante es la prepotencia con la que un organismo o parte del mismo se erige en constructor de la lengua, algo que ni siquiera la RAE hace (que al contrario de lo que mucha gente piesa, sólo fija, limpia y da esplendor). Y esto es así porque la lengua la hacemos todos y cada uno de los hablantes (¿y hablantas?) sin necesidad de que ningún frustrado/a venga a decirnos cómo.

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