29 may 2014

Una disfunción cognitiva de la sociedad


El otro día vi este vídeo difundido por mankind.org.uk, una organización sin ánimo de lucro dedicada al apoyo a víctimas de violencia de género… cuando son hombres. Sin embargo me he encontrado hasta cierta resistencia e incluso justificación amparándose en diversos parámetros, que me ha resultado tan chocante que no he podido por menos que comentar aquí.
Resumiendo el vídeo, en él aparecen dos actores, hombre y mujer, dramatizando una discusión en plena calle. La discusión se calienta y empieza a irse de madre hasta llegar a las manos. Cuando es el hombre el agresor, rápidamente surgen voluntarios que intervienen, especialmente mujeres, recriminando al agresor y amenazando con llamar a la policía. Cuando la agresora es la mujer (la coreografía de la agresión es idéntica), la percepción social es bien distinta. Los viandantes no intervienen, sino que se quedan a contemplar la escena como meros espectadores, algunos incluso encontrándola jocosa. El vídeo acaba diciendo que una agresión es una agresión independientemente de quién la cometa y da la cifra de que en el Reino Unido aproximadamente en el 40% de las agresiones de género la víctima es un hombre (hay más datos en su página de estadísticas). Por desgracia me ha resultado imposible encontrar estadísticas al respecto referidas a España ya que el Ministerio de Sanidad no ofrece el desglose por sexos por alguna razón, aunque sospecho que los datos publicados son únicamente de mujeres.

Pero no pretendía que este artículo fuese un tractatus sobre violencia de género sino sobre lo que denuncia el vídeo: La asimétrica percepción social que se tiene sobre la violencia. Y cuando parecía que todo iban a ser apoyos al postulado del vídeo me he topado con algunas personas para quienes al parecer es "comprensible" (y no sé si incluso aceptable) que se perciba tan asimétricamente. (También ha habido quien ha dudado de la veracidad de las estadísticas mostradas por Mankind.org.uk, etc. aunque yo doy por válidos sus datos por la simple aplicación de la Navaja de Occam, ya que creo que su business no es una guerra de cifras entre hombres y mujeres a ver quién la tiene más larga sino dar visibilidad a una realidad poco conocida)

Uno de los primeros argumentos que vi fue el de "es normal que no se perciba igual la violencia en uno y otro sentido porque en lo que va de año han muerto en España 26 mujeres por violencia doméstica (y ningún hombre, que sepamos)". Lo cual podría interpretarse como que si formas parte del colectivo numeroso que hace presión y tiene cobertura mediática, cojonudo, y si no, anda que te ondulen y haber elegido mejor tu colectivo. Oh, wait! Que este colectivo no se elige, sino que te toca. Pues nada, culpa a la Providencia. Como decía al principio, no he conseguido el desglose por sexos pero estoy convencido de que la violencia de género con un hombre como víctima tiene más incidencia que algunas enfermedades raras, que sin embargo sí encuentran apoyo y empatía en la sociedad. Lo que me hace pensar que la falta de empatía ante el ninguneo de la agresión doméstica a hombres igual no es tanto por el reducido número de casos, sino por alguna otra razón.

Otro argumento curioso para justificar esa asimetría cognitiva entre dos situaciones en esencia idénticas ha sido el hecho del riesgo potencial de la agresión. Algo así como "es normal que no se intervenga porque la probabilidad de que el hombre acabe en el hospital es menor". Así que como si de una cruel estadística manejada por una inmoral compañía de seguros se tratase, como es poco probable que te enfrentes a Lorena Bobbitt, ahí te las compongas como puedas. No esperes nada de la sociedad. En cualquier caso me parece un argumento igualmente débil porque dudo mucho (mucho no, muchísimo) que quien se ríe de que un hombre sea maltratado por una mujer lo haga tras una sesuda valoración de su riesgo de acabar en el hospital. Me resulta más creíble pensar que lo hace por una percepción completamente disfuncional (y muy machista, por cierto) de que un hombre ha de poder defenderse solo sin ayuda. De que un hombre agredido por una mujer es algo tan poco usual y estrafalario que da risa, como un tartazo, o una caída estrepitosa en Vídeos de Primera. De que si una mujer actúa así con un hombre, él debe de ser un capullo (y aquí ricemos el rizo y piénsese por un momento qué le pasaría al que abiertamente dijese de una mujer maltratada que "algo habrá hecho"). En definitiva, quien no interviene ante una agresión así es simplemente porque es víctima de una sociedad que padece una terrible disfunción cognitiva mediante la cual una agresión entre hombre y mujer se percibe como abominable o como risible en función del sentido en que se dé dicha agresión.


Y así llegamos al contraste de bajo rango dinámico que supone ignorar a un colectivo desfavorecido sólo porque son pocos en oposición a otro colectivo al que le pasa lo mismo pero son más. Es decir. "En España es difícil montar una empresa. Las mujeres tienen menos oportunidades, ergo damos subvenciones sólo a mujeres para montar empresas." Y si eres hombre y tienes los mismos problemas para montar una empresa, pues de nuevo anda y que te ondulen, pero en Andalucía las operaciones de cambio de sexo aún las paga la Seguridad Social. Así, surgen bonificaciones al contrato de mujeres víctimas de violencia de género, las cuotas que obligan sí o sí a que haya un número determinado de mujeres en ciertos cargos, etc. La lista es interminable ¿De verdad no somos capaces de llegar a la igualdad salvo en un aberrante efecto péndulo? ¿O realmente estas medidas sólo buscan el efectismo y nos dejamos embaucar como auténticos gilipollas?

Pues parece que sólo lo sabemos hacer mediante ese subproducto de nuestra sociedad actual que se ha dado en llamar "discriminación positiva", un dueto semántico que siempre me ha rechinado tanto como "inteligencia militar", que diría Groucho. Sería algo similar, haciendo una reductio ad absurdum como que la Ley de Memoria Histórica sólo amparase a las víctimas del Franquismo dejando en la cuneta las víctimas de la República sólo porque fueron pocas y tal. Así que puestos ante dos personas con idénticas necesidades se discrimina a una de ellas por razón de sexo, (como podríamos hacerlo por razones de credo, raza o ideología política). Vamos, lo que viene siendo pasarse por el forro el Artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ahí es nada.

Este es el momento de mi discurso en el que, llamándome de machista para arriba, se me echa encima una masa furibunda de defensoras de la discriminación positiva por aquello de "compensar no sé cuántos años de discriminación" (negativa) y otros argumentos curiosos. Algo que se me antoja como si se diese patente de corso a los pueblos indígenas americanos para pasar a cuchillo al hombre blanco durante un par de siglos o tres por aquello de "compensar" el genocidio hecho por los colonos europeos. Así funciona la discriminación "positiva".

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