En el mismo día, se pueden ver noticias que critican igualmente actitudes opuestas. De una parte le llueven palos al Ministro del Interior por alertar al público de la posibilidad de un secuestro de ETA. Si no se alertase, y dentro de unos meses secuestrasen a un empresario, los titulares serían "Interior tenía conocimiento del riesgo de secuestro por parte de ETA y no lo advirtió", de la misma manera que ahora se critica que Fomento abriese un expediente "secreto" a Air Comet y no se alertase de ello al gran público...
En fin, lo que veníamos diciendo. Si se alerta, porque se alerta. Si no se alerta, porque no se alerta. El caso es repartir hostias. Como Rouco.
Subproductos y diarreas mentales producidas por diversos excesos de índole cognitiva.
29 dic 2009
Nick Brandt
Nick Brandt (www.nickbrandt.com) es un fotógrafo británico especializado en naturaleza y fauna. Sus portfolios muestran una increíble calidad técnica, con armonía y homogeneidad, exclusivamente en blanco y negro. Sólo el hecho de centrarse en el entorno africano, que no es lo que se suele tener a mano para fotografiar ya hace que merezca la pena echarle un ojo.
Me lo señaló Cristina, que debe de haberlo visto en Microsiervos.
Me lo señaló Cristina, que debe de haberlo visto en Microsiervos.
28 dic 2009
El mejor ataque es una buena defensa
Franco y sus amigos |
Los modelos familiares son consecuencia de su tiempo y las circunstancias sociales de su tiempo. La familia tradicional, fue el fruto de un modelo de familia dictado por la Iglesia católica, en un tiempo en el que la religión era en Occidente o un valor tradicional incuestionable (como lo fue la Inquisición, el machismo o el exorcismo de deficientes mentales), o bien porque directamente vivía en simbiosis con regímenes opresores y dictatoriales.
Sin embargo, el mejor ataque es una buena defensa, y no hay nada como hacerse pasar por víctima cuando uno es en realidad el opresor. Cuando uno es un intolerante, lo mejor es acusar al marginado de intolerante y hacerse pasar uno por víctima. No hay nada como hacer presión, e intentar hacer ver que en realidad se está actuando en defensa propia. De esa manera se libra uno del cariz malrollero que tiene ser un impositor de verdad, para pasar a ser un impositor en la sombra. No es la primera vez, ni será la última.
(
23 dic 2009
Jueces llegados del pasado entre nosotros
Debería haber una estricta regulación para impedir ejercer a jueces que acaban de aterrizar de un viaje desde el pasado más remoto, dado que su desinformación puede producir estrambóticos efectos.
Lo más alucinante es que se den situaciones como la que he leído hoy, en la que un señor juez, en su sentencia afirma que Internet no es un medio de comunicación. ¿Realmente sabrá este señor lo que es Internet? Cágate, lorito...
Lo más alucinante es que se den situaciones como la que he leído hoy, en la que un señor juez, en su sentencia afirma que Internet no es un medio de comunicación. ¿Realmente sabrá este señor lo que es Internet? Cágate, lorito...
Yo los lunes, es que me pongo malísimo...
Es una de las excusas más eficaces. Uno llama, dice que está malísimo y no va a currar. Cuando uno va al médico le cuenta que tiene gastroenteritis y te da la baja. Pues se acabó, porque la Seguridad Social paga (con euros) a los médicos que dan menos bajas laborales. Como lo oye, oiga. Lo mejor de todo es que la valoración del médico no depende de la pericia clínica del facultativo, sino de cómo vaya llegando a fin de mes, ya que un médico de cabecera puede ganar un extra de más de 1.700 euros si cumple con los objetivos. ¿Qué objetivos son esos? Dar pocas bajas, claro. ¿Que le duele la tripa? A currar. ¿Que se ha roto un brazo? A currar. ¿Que le operaron ayer mismo de un by-pass? Coño, este mes no me da para pagar el comedor de los niños. Nada, nada. ¡A curraaaaaaaaaar!
Según las justificaciones de esta medida, se hace para controlar el gasto público, porque ya se sabe. No somos personas sino números (concretamente números con el símbolo del euro al final), y según parece, en la Seguridad Social piensan que hasta ahora, cuando un médico concedía una baja era por pena, y no por criterio clínico. Así que lo mejor es sobornarles para que se pasen por el forro sus criterios médicos, que a fin de cuentas, todo lo que les enseñan en una década que dura la carrera, son gilipolleces, y piensen en "el bien común". yuck!
¿Qué pasaría si se premiase económicamente a los jueces que absolviesen a la parte demandada? Como hay que controlar el gasto público, y tenemos las cárceles llenas de gente que come y ve la tele, es mejor que se incentive que los jueces dejen en la calle a más gente. Por supuesto, tal como se afirma desde las Instituciones, sólo se pretende que se sea más estricto, claro. Y lo mismo podríamos hacer con los policías, para que no colapsasen de rateros de poca monta las comisarías. Y por qué no con los bomberos, y…
Según las justificaciones de esta medida, se hace para controlar el gasto público, porque ya se sabe. No somos personas sino números (concretamente números con el símbolo del euro al final), y según parece, en la Seguridad Social piensan que hasta ahora, cuando un médico concedía una baja era por pena, y no por criterio clínico. Así que lo mejor es sobornarles para que se pasen por el forro sus criterios médicos, que a fin de cuentas, todo lo que les enseñan en una década que dura la carrera, son gilipolleces, y piensen en "el bien común". yuck!
¿Qué pasaría si se premiase económicamente a los jueces que absolviesen a la parte demandada? Como hay que controlar el gasto público, y tenemos las cárceles llenas de gente que come y ve la tele, es mejor que se incentive que los jueces dejen en la calle a más gente. Por supuesto, tal como se afirma desde las Instituciones, sólo se pretende que se sea más estricto, claro. Y lo mismo podríamos hacer con los policías, para que no colapsasen de rateros de poca monta las comisarías. Y por qué no con los bomberos, y…
Yo pensaba que esto sólo pasaba en España
Acabo de leer el resultado de una encuesta de Rasmussen sobre la opinión pública estadounidense respecto a la gestión de Obama. La mayoría de los puntos son simplemente los de siempre. Que si sí, que si no... Que si soy republicano y no me gusta porque eres negro, que si soy negro y me gusta porque eres un brodel... Lo que más me ha llamado la atención, ha sido cuando he leído:
Lo cual me ha dejado del todo estupefacto. ¿Cómo se explica que la mayor parte de la población desapruebe una medida de bienestar social? Y sobre todo, ¿cómo es posible que esa reticencia se haga masiva entre el segmento de población (los abueletes) que más usa los servicios sanitarios? Incluso aunque uno tuviera ya un seguro médico, ¿cómo puede uno oponerse a que el que no puede pagárselo tenga derecho a sanidad? Es que incluso el que tiene un plan privado de asistencia médica puede quedarse en la puta calle y necesitar la sanidad pública. ¿Es tontuna o insolidaridad atroz?
Más de la mitad de los votantes consultados (el 55 por ciento) se oponen al plan para mejorar los servicios de salud estadounidenses y los votantes de más edad son los que se muestran más reacios al plan.
Lo cual me ha dejado del todo estupefacto. ¿Cómo se explica que la mayor parte de la población desapruebe una medida de bienestar social? Y sobre todo, ¿cómo es posible que esa reticencia se haga masiva entre el segmento de población (los abueletes) que más usa los servicios sanitarios? Incluso aunque uno tuviera ya un seguro médico, ¿cómo puede uno oponerse a que el que no puede pagárselo tenga derecho a sanidad? Es que incluso el que tiene un plan privado de asistencia médica puede quedarse en la puta calle y necesitar la sanidad pública. ¿Es tontuna o insolidaridad atroz?
17 dic 2009
La libertad de ser sanguinario
Qué curioso es ver cómo se usa la palabra "libertad" para defender un atentado contra la mayor de las libertades. La libertad de vivir. Para más info (http://www.abc.es/20091216/toros-/libertad-200912162137.html)
Podría dejarlo ahí (y esa era mi intención inicial), pero he decidido ampliar la entrada un poco más. El enlace que adjunto lleva a un manifiesto firmado por multitud de ciudadanos bienpensantes de la vida pública, temerosos de que se coarte su libertad a ir a un ruedo a ser espectadores de un circo antediluviano, sanguinario y más propio de otras épocas que de las presentes. No es del todo extraño que entre los firmantes haya numerosos representantes de la izquierda progresista, como Mercedes Milá o José María Sanz Beltrán, más conocido como Loquillo. A fin de cuentas, el máximo vector de la información izquierdista, el diario El País, recoge los eventos taurinos en su sección "Cultura". Estos ciudadanos de pro se muestran pavorosos por la iniciativa que mañana se votará en el parlamento catalán que persigue abolir la tauromaquia en Cataluña. No sería la primera, en Canarias están prohibidos los toros desde 1991.
De todo esto se desprenden dos conclusiones, a mi entender.
Una, que quizá estamos ante el principio del fin. Que quizá mañana en Cataluña se prohíba una actividad vergonzante para una inmensa mayoría de la población, según una encuesta de Gallup, y que situaba a los toros como una actividad para sexagenarios. Quizá Cataluña sea la punta de lanza y autonomía tras autonomía vayan censurándose estas fiestas de la sangre aborrecibles por muchos de nosotros.
Pero la otra conclusión, que me espeluzna, es que el deseo morbo, insano y enfermizo por presenciar una muerte, el gusto por lo luctuoso y por la sangre, no entiende de ideologías políticas. Es algo que simplemente diferencia a unos seres humanos de otros. Diferencia a aquellos que entienden que hay una clase de seres vivos, los que están vivos, de aquellos otros que entienden que hay dos clases de seres vivos. Los seres humanos, y todos los demás, de los que valerse para cualquier fin. Y en esto hay algunos seres humanos como la Milá o Loquillo que me han decepcionado enormemente.
Podría dejarlo ahí (y esa era mi intención inicial), pero he decidido ampliar la entrada un poco más. El enlace que adjunto lleva a un manifiesto firmado por multitud de ciudadanos bienpensantes de la vida pública, temerosos de que se coarte su libertad a ir a un ruedo a ser espectadores de un circo antediluviano, sanguinario y más propio de otras épocas que de las presentes. No es del todo extraño que entre los firmantes haya numerosos representantes de la izquierda progresista, como Mercedes Milá o José María Sanz Beltrán, más conocido como Loquillo. A fin de cuentas, el máximo vector de la información izquierdista, el diario El País, recoge los eventos taurinos en su sección "Cultura". Estos ciudadanos de pro se muestran pavorosos por la iniciativa que mañana se votará en el parlamento catalán que persigue abolir la tauromaquia en Cataluña. No sería la primera, en Canarias están prohibidos los toros desde 1991.
De todo esto se desprenden dos conclusiones, a mi entender.
Una, que quizá estamos ante el principio del fin. Que quizá mañana en Cataluña se prohíba una actividad vergonzante para una inmensa mayoría de la población, según una encuesta de Gallup, y que situaba a los toros como una actividad para sexagenarios. Quizá Cataluña sea la punta de lanza y autonomía tras autonomía vayan censurándose estas fiestas de la sangre aborrecibles por muchos de nosotros.
Pero la otra conclusión, que me espeluzna, es que el deseo morbo, insano y enfermizo por presenciar una muerte, el gusto por lo luctuoso y por la sangre, no entiende de ideologías políticas. Es algo que simplemente diferencia a unos seres humanos de otros. Diferencia a aquellos que entienden que hay una clase de seres vivos, los que están vivos, de aquellos otros que entienden que hay dos clases de seres vivos. Los seres humanos, y todos los demás, de los que valerse para cualquier fin. Y en esto hay algunos seres humanos como la Milá o Loquillo que me han decepcionado enormemente.
De verdugo a víctima
Una de las maniobras más astutas y ciertamente maquiavélicas que puede llevar a cabo una persona es pasar de verdugo a víctima. Si además, en dicho tránsito se consigue señalar al adversario u oponente, el plan es perfecto. Si por ende se consigue que toda la operación enmascare un hecho personal cuestionable, entonces ya asciende a categoría magistral.
Hermann Tertsch es un periodista muy escorado a la derecha, conocido por numerosas declaraciones rayanas en lo antidemocrático (si no directamente calificables como tales), posicionado en ocasiones a favor de la pena de muerte o incluso del asesinato sin juicio previo. Una persona, en definitiva, extremista y radical. Como tal, esta persona es blanco de críticas ora serias, ora humorísticas de sectores más moderados desde el centro y hasta la izquierda.
Este señor, se medio chuza en un bar, y acaba a tortas con otro parroquiano. Evidentemente esto no es muy saludable para su encorbatada imagen pública. ¿Qué hacer entonces? Bien sencillo. Se lanza una cortina de humo desviando la atención de la pelea en sí misma, hacia un supuesto agresor o instigador de la misma, que pasa de pelea a paliza. Se hace creer a todo el mundo que ha sido objeto de un oscuro plan organizado por un oscuro contubernio de rojos, y además (elemento clave) se señala con el dedo a una persona con nombre y apellidos, para personificar el mal: José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming. Además se consigue que toda una presidente autonómica abogue por uno mismo y le pase públicamente la mano por el lomo señalando también a esos rojos de mierda que incitan a la violencia. Es el juego que tanto les gusta a la gente tan diestra (políticamente hablando), de acusar, y dejar que el acusado demuestre su inocencia.
Dará igual lo que se diga o argumente, ya que ellos seguirán erre que erre como un mulo con orejeras que sólo ve hacia delante. Ya lo dijo Göbbels: «Una mentira repetida mil veces acaba por convertirse en verdad».
Hermann Tertsch es un periodista muy escorado a la derecha, conocido por numerosas declaraciones rayanas en lo antidemocrático (si no directamente calificables como tales), posicionado en ocasiones a favor de la pena de muerte o incluso del asesinato sin juicio previo. Una persona, en definitiva, extremista y radical. Como tal, esta persona es blanco de críticas ora serias, ora humorísticas de sectores más moderados desde el centro y hasta la izquierda.
Este señor, se medio chuza en un bar, y acaba a tortas con otro parroquiano. Evidentemente esto no es muy saludable para su encorbatada imagen pública. ¿Qué hacer entonces? Bien sencillo. Se lanza una cortina de humo desviando la atención de la pelea en sí misma, hacia un supuesto agresor o instigador de la misma, que pasa de pelea a paliza. Se hace creer a todo el mundo que ha sido objeto de un oscuro plan organizado por un oscuro contubernio de rojos, y además (elemento clave) se señala con el dedo a una persona con nombre y apellidos, para personificar el mal: José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming. Además se consigue que toda una presidente autonómica abogue por uno mismo y le pase públicamente la mano por el lomo señalando también a esos rojos de mierda que incitan a la violencia. Es el juego que tanto les gusta a la gente tan diestra (políticamente hablando), de acusar, y dejar que el acusado demuestre su inocencia.
Dará igual lo que se diga o argumente, ya que ellos seguirán erre que erre como un mulo con orejeras que sólo ve hacia delante. Ya lo dijo Göbbels: «Una mentira repetida mil veces acaba por convertirse en verdad».
16 dic 2009
La vivienda y la sonrisa
¿Por qué cada vez que oigo una noticia sobre un (nuevo) desplome del precio de la vivienda se me dibuja involuntariamente una leve sonrisa? ¿Será por imaginarme ahora qué dirán aquellos que se llenaban las manos de ladrillos y los bolsillos de billetes especulando con un bien tan esencial y primario como lo es la vivienda? ¿Será por imaginarme ahora qué pensarán aquellos que fardaban del negociazo que estaban haciendo a base de hipotecar de por vida a una generación entera llenándoseles la boca con eso de que "la vivienda es imposible que baje. Im-po-si-ble"? ¿Será por imaginarme ahora cómo estarán aquellos que se reían de mí cuando yo les decía yo que la viviendabaja, como bajan los tomates, los pepinos o cualquier caso que se compre o se venda?
15 dic 2009
Contra la tontuna lingüística
No es mío (qué más quisiera). Me ha llegado al correo y desconozco su autor. Pero me parece un texto tan brillante que, teniendo en cuenta que me alineo al ciento por ciento con lo que expresa (llevo más de veinte años diciendo que la lengua no tiene sexo, sino género), no puedo por menos que abrirle un hueco aquí. Tiene pinta de tener ya un tiempito, ya que parece surgido a propósito del famoso "miembra" de Bibiana Aído, sobre el que ya me pronuncié en su día por supuesto, sin tanta gracia. Va dedicado a todos los que aprendimos con la cartilla Palau.
CONTRA LA TONTUNA LINGÜÍSTICA, UN POCO DE GRAMÁTICA BIEN EXPLICADA
Yo no soy víctima de la LOGSE. Tengo 45 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política. En párvulos (así se llamaba entonces lo que hoy es "preescolar") empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de "araña", la E de "elefante", la I de "iglesia", la O de "ojo" y la U de "uña". Luego, cuando eras un poco más mayor, llegaba "El Parvulito", un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el Parvulito, no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos.
En EGB estudiábamos Lengua Española, Matemáticas (las llamábamos "matracas") Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Plástica (dibujo y trabajos manuales), Religión y Educación Física. En 8º. de EGB, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de "b en vez de v" o cinco faltas de acentos, te suspendían.
En BUP, aunque yo era de Ciencias, estudié Historia de España (en 1º), Latín y Literatura (en 2º) y Filosofía (en 3º y en COU). Todavía me acuerdo de las declinaciones y de los verbos (poto, potas, potare, potabi, potatum, el verbo beber), de algunas traducciones ("lupus et agni in fluvi ripa aqua potaban; superior erat lupus longeque agni": el lobo y el cordero bebían agua en el rio; el lobo estaba arriba, lejos del cordero. Leí El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las "Coplas a la Muerte de su Padre" de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda...
Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura. Aprendí que se dice "Presidente" y no Presidenta, aunque sea una mujer la que desempeñe el cargo.
Y vamos con la Gramática.
En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente"; el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente". ¿Cuál es el del verbo ser? Es "el ente", que significa "el que tiene entidad", en definitiva "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación "-nte".
Así, al que preside, se le llama "presidente" y nunca "presidenta", independientemente del sexo (masculino o femenino) del que realiza la acción.
De manera análoga, se dice "capilla ardiente", no "ardienta"; se dice "estudiante", no "estudianta"; se dice "independiente" y no "independienta"; "paciente", no "pacienta"; "dirigente", no "dirigenta"; "residente", o "residenta".
Y ahora, la pregunta del millón: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son periodistos"), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).
No me gustan las cadenas de correos electrónicos (suelo romperlas todas) pero, por una vez, te propongo que pases el mensaje a tus amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no "ignorantas semovientas", aunque ocupen carteras ministeriales).
Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el violinisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompestisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!, o como diría la ministra, la "Miembra"...
SI ESTE ASUNTO NO TE "DA IGUAL", PÁSALO POR AHÍ, A VER SI LE TERMINA LLEGANDO A LA MINISTRA DE "IGUAL-DA".
11 dic 2009
Administración ¿eeeeh?lectrónica
Muchas veces tengo la sensación de que este país nuestro se comporta como los dos protagonistas del duelo a garrotazos de Goya. Como dos hermanos siameses unidos por la cintura que se dan de tortas sin poder decidir quién controla las piernas. En medio de un titánico, costoso y al mismo tiempo vergonzantemente inútil esfuerzo por parte del Estado para la implantación del DNIe y de lo que ha dado en llamarse Administración-e, (que al fin y a la postre no sirven absolutamente para nada). De modo y manera que uno se encuentra con situaciones lamentablemente kafkianas que te hacen pensar si no estarás en algún país tercermundista en vez de en uno pretendidamente del primer mundo.
Si hay algo que cualquier ciudadano aborrece es perder el tiempo en colas de ventanillas burocráticas donde un lacónico funcionario te atiende de mala gana o te indica incorrectamente sobre esta u otra gestión, debido a lo cual días más tarde uno ha de volver a perder el tiempo en la cola de esa u otra ventanilla burocrática donde ese mismo u otro lacónico funcionario te atiende de mala gana o te indica incorrectamente sobre la misma u otra gestión diferente. A este propósito cabe mencionar que ese funcionario me da un pésimo servicio, en ocasiones incluso maleducado, a mí. A la persona que le paga el sueldo. A la mano que le da de comer. Gracias al cielo vivimos en el siglo XXI y por tanto uno puede ahorrarse verle la cara de ajo, o esperar inútilmente a que llegue de tomarse su enésimo café de media hora, gracias a los avances de la tecnología. Yo un auténtico fanático de la tecnología aplicada a la vida cotidiana. El LHC es la caña, desde luego, pero el sensor de aparcamiento me parece la bomba. Por eso creo que debí de ser de los primeros españoles en disponer de un Certificado Digital de Firma Electrónica, allá por los noventa. Cuando le contaba a la gente que yo presentaba mi declaración de la Renta por Internet me miraban ojipláticos como si tuviesen delante al Capitán Kirk en pijama, hablándoles del motor de curvatura recién descendido del Enterprise (teletranspórtame Scotty).
En aquella época yo era joven e idealista, y creía que “en el futuro” las cosas serían mejores. Cuando se habló por primera vez del DNIe (poco después de aquello), yo ya me imaginaba pagando con créditos en vez de con pesetas, gracias a un multipase identificativo que contendría en una única tarjeta desde mi DNI hasta la tarjeta de crédito, pasando por la de fidelización del supermercado o la de socio del Blockbuster (D.E.P.). Al poco se filtraron algunas de las características de dicha maravilla venida del futuro, y caí desde mi Walhalla tecnológico directamente al suelo español. El DNIe iba a ser una majadera bazofia hecha para contentar a cuatro politicuchos, que recordaba al ladino sastre que hizo el traje nuevo del Emperador.
No estaba todo perdido. El DNIe saldría adelante mal que bien, aunque fuese una mierda pinchada en un palo. No importaba, los aguerridos defensores de la Administración-e estaban dispuestos a todo con tal de convertir a nuestra piel de toro en la vanguardia de lo digital. En aquella época nos convertíamos en el país más securizado del mundo gracias a una legislación de Protección de Datos Personales al más alto nivel. Como oí decir a un experto en Seguridad Lógica «En fútbol somos una mierda —aún no habíamos ganado la Eurocopa—, pero en Protección de Datos somos Brasil»
Entretanto, en otro lugar se gestaba un fantástico proyecto de notificación electrónica. Sería maravilloso poder recibir por correo las notificaciones de multas de tráfico y de los palos de Hacienda. Por supuesto, el que suscribe estaba el primero de la cola para digitalizarse. Vi cómo el cartero virtual me traía un par de multas de aparcamiento o algo parecido. Era maravilloso porque, tal como sucede con el cartero de carne y hueso, uno podía recoger (o no) el certificado de la DGT, viendo de dónde procedía. Pero luego dicho cartero electrónico debió de romperse una pierna, o las dos, porque no volvió a aparecer por mi buzón de correo electrónico. Fue una lástima, porque habría sido un mecanismo maravilloso para que Hacienda me informase de que el Modelo 300 era sustituido por el Modelo 303, en vez de enterarme al último día de su presentación y que a causa de ello me saliesen canas de golpe y mi miocardio perdiese una década de vida útil. Pero eso sucedió mucho tiempo después de que el sistema de Notificación-e empezase a coger polvo en el fondo de algún servidor.
Un buen día me llegó el momento de solicitar el Certificado de Firma Digital para una persona jurídica y no física. El trámite no podía ser muy diferente. Bastaría con acreditar la existencia real de dicha persona jurídica (tal como hace una física). Pero si bien a una persona física le piden sólo su DNI, a la jurídica le piden, además, la partida de nacimiento. O lo que es lo mismo, la inscripción en el Registro Mercantil.
Si el mundo de los trámites burocráticos administrativos relacionados con la empresa es estrambótico y anodino como ninguno, los registros mercantiles se llevan la palma. Por supuesto, el Registro Mercantil de Madrid, tiene su página web… hecha con Microsoft FrontPage en una tarde de marzo de 1998, por lo menos. Resulta que el mencionado certificado de nacimiento de la empresa, hay que pedirlo al Registro Mercantil. Ni que decir tiene que la única forma de contactar satisfactoriamente con el Registro Mercantil de Madrid es el teléfono. Un teléfono que 6 de cada 10 veces comunica, y 3 de cada 10 no lo coge nadie. Esto nos deja una raquítica tasa de éxito del 10%. Cuando conseguí comunicación, le conté brevemente mis penas, y una señorita me ofreció las dos posibilidades para solicitar dicho certificado. Uno es claro está, ir físicamente allí y aguantar la puñetera cola, perder una mañana y ya. Y el otro método… por fax. Mi querido fax, del que ya he contado sus bondades. No hay forma de pedirlo electrónicamente, a través de la web, a través del correo electrónico… Nada. ¿Para qué?, si a fin de cuentas el DNIe es una mierda… Además, para esto no haría falta el DNIe, ya que el fax tampoco es que verifique que lo he enviado yo… En fin. Por supuesto, dicho certificado no es un PDF firmado, no. Es un papel físico y deteriorable, que me envían por correo contra reembolso de la correspondiente tasa.
Otro de los trámites que requiere la activación de una empresa son los puñeteros libros. Uno de los libros es el Libro de Visitas. No es la aplicación que tenían todas las webs de los noventa. Es un libro de 50 hojas duplicadas y numeradas correlativa y consecutivamente, tamaño DIN A4, para que cuando venga un Inspector de Trabajo, firme las hojas, se lleve una del par, y quede la otra como resguardo. Dicho libro se adquiere físicamente en cualquier papelería, pero hay que “legalizarlo” llevándolo al Ministerio de Trabajo o equivalente, donde lo sellarán y adoptará carácter oficial. Leyéndome toda esta farfolla burocrática y decimonónica me encuentro, oh fortuna, que existe algo llamado “libro de visitas electrónico”. ¡Jarl! ¡Bien! Así que me encamino hacia la web del Ministerio de Trabajo donde está la solicitud que ha de rellenarse para la mencionada versión digital del mencionado libro. La solicitud es un documento de Word (propietario, caca), que uno ha de descargarse, rellenar… ¡¡Y llevar al Ministerio!! O sea que si uno quiere evitarse llevar el libro físicamente al Ministerio para sellarlo, la opción que tiene es descargarse el documento, imprimirlo y llevarlo físicamente al Ministerio. Kafkiano. No sólo eso, sino que un par de líneas más arriba, la propia web advierte que el Ministerio de Trabajo no dispone de medios de presentación telemática, y que por tanto uno puede ir allí, o ir allí. Ah bueno, siempre tenemos la opción del puñetero fax.
En qué hora se inventaría Internet, el DNIe, la Adminsitración-e y demás zarandajas. En la época de los oficinistas con visera, manguitos, pluma de mojar y del “Vuelva usted mañana”, esto funcionaba exactamente igual de mal que ahora pero al menos uno se resignaba a sabiendas de que no existía un mundo mejor.
Si hay algo que cualquier ciudadano aborrece es perder el tiempo en colas de ventanillas burocráticas donde un lacónico funcionario te atiende de mala gana o te indica incorrectamente sobre esta u otra gestión, debido a lo cual días más tarde uno ha de volver a perder el tiempo en la cola de esa u otra ventanilla burocrática donde ese mismo u otro lacónico funcionario te atiende de mala gana o te indica incorrectamente sobre la misma u otra gestión diferente. A este propósito cabe mencionar que ese funcionario me da un pésimo servicio, en ocasiones incluso maleducado, a mí. A la persona que le paga el sueldo. A la mano que le da de comer. Gracias al cielo vivimos en el siglo XXI y por tanto uno puede ahorrarse verle la cara de ajo, o esperar inútilmente a que llegue de tomarse su enésimo café de media hora, gracias a los avances de la tecnología. Yo un auténtico fanático de la tecnología aplicada a la vida cotidiana. El LHC es la caña, desde luego, pero el sensor de aparcamiento me parece la bomba. Por eso creo que debí de ser de los primeros españoles en disponer de un Certificado Digital de Firma Electrónica, allá por los noventa. Cuando le contaba a la gente que yo presentaba mi declaración de la Renta por Internet me miraban ojipláticos como si tuviesen delante al Capitán Kirk en pijama, hablándoles del motor de curvatura recién descendido del Enterprise (teletranspórtame Scotty).
En aquella época yo era joven e idealista, y creía que “en el futuro” las cosas serían mejores. Cuando se habló por primera vez del DNIe (poco después de aquello), yo ya me imaginaba pagando con créditos en vez de con pesetas, gracias a un multipase identificativo que contendría en una única tarjeta desde mi DNI hasta la tarjeta de crédito, pasando por la de fidelización del supermercado o la de socio del Blockbuster (D.E.P.). Al poco se filtraron algunas de las características de dicha maravilla venida del futuro, y caí desde mi Walhalla tecnológico directamente al suelo español. El DNIe iba a ser una majadera bazofia hecha para contentar a cuatro politicuchos, que recordaba al ladino sastre que hizo el traje nuevo del Emperador.
No estaba todo perdido. El DNIe saldría adelante mal que bien, aunque fuese una mierda pinchada en un palo. No importaba, los aguerridos defensores de la Administración-e estaban dispuestos a todo con tal de convertir a nuestra piel de toro en la vanguardia de lo digital. En aquella época nos convertíamos en el país más securizado del mundo gracias a una legislación de Protección de Datos Personales al más alto nivel. Como oí decir a un experto en Seguridad Lógica «En fútbol somos una mierda —aún no habíamos ganado la Eurocopa—, pero en Protección de Datos somos Brasil»
Entretanto, en otro lugar se gestaba un fantástico proyecto de notificación electrónica. Sería maravilloso poder recibir por correo las notificaciones de multas de tráfico y de los palos de Hacienda. Por supuesto, el que suscribe estaba el primero de la cola para digitalizarse. Vi cómo el cartero virtual me traía un par de multas de aparcamiento o algo parecido. Era maravilloso porque, tal como sucede con el cartero de carne y hueso, uno podía recoger (o no) el certificado de la DGT, viendo de dónde procedía. Pero luego dicho cartero electrónico debió de romperse una pierna, o las dos, porque no volvió a aparecer por mi buzón de correo electrónico. Fue una lástima, porque habría sido un mecanismo maravilloso para que Hacienda me informase de que el Modelo 300 era sustituido por el Modelo 303, en vez de enterarme al último día de su presentación y que a causa de ello me saliesen canas de golpe y mi miocardio perdiese una década de vida útil. Pero eso sucedió mucho tiempo después de que el sistema de Notificación-e empezase a coger polvo en el fondo de algún servidor.
Un buen día me llegó el momento de solicitar el Certificado de Firma Digital para una persona jurídica y no física. El trámite no podía ser muy diferente. Bastaría con acreditar la existencia real de dicha persona jurídica (tal como hace una física). Pero si bien a una persona física le piden sólo su DNI, a la jurídica le piden, además, la partida de nacimiento. O lo que es lo mismo, la inscripción en el Registro Mercantil.
Si el mundo de los trámites burocráticos administrativos relacionados con la empresa es estrambótico y anodino como ninguno, los registros mercantiles se llevan la palma. Por supuesto, el Registro Mercantil de Madrid, tiene su página web… hecha con Microsoft FrontPage en una tarde de marzo de 1998, por lo menos. Resulta que el mencionado certificado de nacimiento de la empresa, hay que pedirlo al Registro Mercantil. Ni que decir tiene que la única forma de contactar satisfactoriamente con el Registro Mercantil de Madrid es el teléfono. Un teléfono que 6 de cada 10 veces comunica, y 3 de cada 10 no lo coge nadie. Esto nos deja una raquítica tasa de éxito del 10%. Cuando conseguí comunicación, le conté brevemente mis penas, y una señorita me ofreció las dos posibilidades para solicitar dicho certificado. Uno es claro está, ir físicamente allí y aguantar la puñetera cola, perder una mañana y ya. Y el otro método… por fax. Mi querido fax, del que ya he contado sus bondades. No hay forma de pedirlo electrónicamente, a través de la web, a través del correo electrónico… Nada. ¿Para qué?, si a fin de cuentas el DNIe es una mierda… Además, para esto no haría falta el DNIe, ya que el fax tampoco es que verifique que lo he enviado yo… En fin. Por supuesto, dicho certificado no es un PDF firmado, no. Es un papel físico y deteriorable, que me envían por correo contra reembolso de la correspondiente tasa.
Otro de los trámites que requiere la activación de una empresa son los puñeteros libros. Uno de los libros es el Libro de Visitas. No es la aplicación que tenían todas las webs de los noventa. Es un libro de 50 hojas duplicadas y numeradas correlativa y consecutivamente, tamaño DIN A4, para que cuando venga un Inspector de Trabajo, firme las hojas, se lleve una del par, y quede la otra como resguardo. Dicho libro se adquiere físicamente en cualquier papelería, pero hay que “legalizarlo” llevándolo al Ministerio de Trabajo o equivalente, donde lo sellarán y adoptará carácter oficial. Leyéndome toda esta farfolla burocrática y decimonónica me encuentro, oh fortuna, que existe algo llamado “libro de visitas electrónico”. ¡Jarl! ¡Bien! Así que me encamino hacia la web del Ministerio de Trabajo donde está la solicitud que ha de rellenarse para la mencionada versión digital del mencionado libro. La solicitud es un documento de Word (propietario, caca), que uno ha de descargarse, rellenar… ¡¡Y llevar al Ministerio!! O sea que si uno quiere evitarse llevar el libro físicamente al Ministerio para sellarlo, la opción que tiene es descargarse el documento, imprimirlo y llevarlo físicamente al Ministerio. Kafkiano. No sólo eso, sino que un par de líneas más arriba, la propia web advierte que el Ministerio de Trabajo no dispone de medios de presentación telemática, y que por tanto uno puede ir allí, o ir allí. Ah bueno, siempre tenemos la opción del puñetero fax.
En qué hora se inventaría Internet, el DNIe, la Adminsitración-e y demás zarandajas. En la época de los oficinistas con visera, manguitos, pluma de mojar y del “Vuelva usted mañana”, esto funcionaba exactamente igual de mal que ahora pero al menos uno se resignaba a sabiendas de que no existía un mundo mejor.
10 dic 2009
Haidar no es Gandhi
He despejado mis legañas con el murmullo de fondo de la radio, como cada mañana, y en ese estado de vuelta a la vida he oído a Zapatero decir algo así como que la senda pacífica y dialogada es lo único que garantiza la seguridad a futuro.
Cuando surge algún conflicto, la senda del diálogo, del pacifismo, de la resistencia pasiva, etc. siempre están presentes al calor de ideas como Nelson Mandela o Gandhi. En estos días, el caso de Aminatu Haidar la ha catapultado a las primeras planas como “la Gandhi saharaui”. Evidentemente la actitud de Haidar, como la de Zapatero es tremendamente loable, pero de lo que frecuentemente nos olvidamos es de que esas sendas pacíficas no siempre son aplicables en igualdad de condiciones. Gandhi se enfrentó al Imperio Británico con esa estrategia porque se enfrentaba a un régimen democrático, cuyos gobernantes dependían de una opinión pública a la que Gandhi supo meterse en el bolsillo. Pero la Historia está cuajada de ejemplos en los que esto no funciona. Al actual Dalai Lama le sirvió (y le sirve) de muy poco el buen rollo contra la China dictatorial cuando se invadió el Tíbet. Y lo mismo sucedió con Pol Pot en Camboya o con los opositores a Bokassa, por citar un par de ejemplos entre muchos posibles.
Marruecos no es el Imperio Británico (qué más quisieran). Ni siquiera es un país democrático, ni está en vías de serlo. Marruecos sigue siendo un reino absolutista al más puro estilo del Antiguo Régimen, y contra este tipo de instituciones es absolutamente inútil adoptar posturas gandhianas.
No estoy haciendo aquí un alegato a favor de la violencia, ni instando a nadie a tomar la vía de las armas. Nada más lejos de mis intenciones. Pero entre un extremo y otro, entre el buenismo rayano en la indolencia y la guerra de guerrillas hay múltiples vías y caminos, y quizá la actitud laxa, tímida y blandengue que está adoptando el gobierno de España en el caso de Haidar sería válida contra el Imperio Británico pero desde luego no contra el Marruecos feudal.
Precisamente por eso lo suyo sería que España adoptase las medidas de presión necesarias y suficientes para desbloquear la crisis de Haidar con la firmeza y premura que asegurasen una resolución de la misma antes de que las cosas lleguen demasiado lejos y la huelga de hambre de Haidar la quite de en medio. Porque si esto sucediese, Marruecos sería culpable, pero España sería responsable, y sería una gota más que llenaría el cubo de la ignominiosa responsabilidad española en la indignante situación del Sáhara Occidental. Y ese reparto de culpas hará temblar el suelo de Zapatero bajo sus pies, pero provocará las risas de un Mohammed VI que no verá nada en su horizonte que haga peligrar su posición como gobernante absoluto.
Y es que Haidar no es Gandhi. No porque no pueda serlo, sino porque no vive en la India británica.
Cuando surge algún conflicto, la senda del diálogo, del pacifismo, de la resistencia pasiva, etc. siempre están presentes al calor de ideas como Nelson Mandela o Gandhi. En estos días, el caso de Aminatu Haidar la ha catapultado a las primeras planas como “la Gandhi saharaui”. Evidentemente la actitud de Haidar, como la de Zapatero es tremendamente loable, pero de lo que frecuentemente nos olvidamos es de que esas sendas pacíficas no siempre son aplicables en igualdad de condiciones. Gandhi se enfrentó al Imperio Británico con esa estrategia porque se enfrentaba a un régimen democrático, cuyos gobernantes dependían de una opinión pública a la que Gandhi supo meterse en el bolsillo. Pero la Historia está cuajada de ejemplos en los que esto no funciona. Al actual Dalai Lama le sirvió (y le sirve) de muy poco el buen rollo contra la China dictatorial cuando se invadió el Tíbet. Y lo mismo sucedió con Pol Pot en Camboya o con los opositores a Bokassa, por citar un par de ejemplos entre muchos posibles.
Marruecos no es el Imperio Británico (qué más quisieran). Ni siquiera es un país democrático, ni está en vías de serlo. Marruecos sigue siendo un reino absolutista al más puro estilo del Antiguo Régimen, y contra este tipo de instituciones es absolutamente inútil adoptar posturas gandhianas.
No estoy haciendo aquí un alegato a favor de la violencia, ni instando a nadie a tomar la vía de las armas. Nada más lejos de mis intenciones. Pero entre un extremo y otro, entre el buenismo rayano en la indolencia y la guerra de guerrillas hay múltiples vías y caminos, y quizá la actitud laxa, tímida y blandengue que está adoptando el gobierno de España en el caso de Haidar sería válida contra el Imperio Británico pero desde luego no contra el Marruecos feudal.
Precisamente por eso lo suyo sería que España adoptase las medidas de presión necesarias y suficientes para desbloquear la crisis de Haidar con la firmeza y premura que asegurasen una resolución de la misma antes de que las cosas lleguen demasiado lejos y la huelga de hambre de Haidar la quite de en medio. Porque si esto sucediese, Marruecos sería culpable, pero España sería responsable, y sería una gota más que llenaría el cubo de la ignominiosa responsabilidad española en la indignante situación del Sáhara Occidental. Y ese reparto de culpas hará temblar el suelo de Zapatero bajo sus pies, pero provocará las risas de un Mohammed VI que no verá nada en su horizonte que haga peligrar su posición como gobernante absoluto.
Y es que Haidar no es Gandhi. No porque no pueda serlo, sino porque no vive en la India británica.
8 dic 2009
El Centro de la Tierra de Tolkien
En el episodio 5x03 de Expediente X, traducen Middle Earth, (la Tierra Media de J.R.R. Tolkien) por "el Centro de la Tierra"... Rayano en el delito, vamos...
3 dic 2009
La carne es débil, pero la cara durísima
Si he de ser sincero, me lo veía venir. Ya lo advertí, y pedí que se exigiese a nuestros pusilánimes eurodiputados que defendiesen nuestros derechos. Alguno de ellos (o su secretaria), como en el caso de Alejo Vidal-Quadras, respondió agriamente diciendo en un tono muy agresivo que ellos (los eurodiputados) no iban a dejar desprotegidos los derechos de nadie. Efectivamente, lo que hicieron fue lavarse las manos como Poncio Pilatos, prefiriendo que cada país integrante de la UE hiciese y deshiciese a su antojo en su feudo.
Y efectivamente, así sucedió. Estaba claro que nuestro Gobierno nos la iba a clavar, pero no me imaginaba que iba a ser de una forma tan descarada. Lo cierto es que han utilizado la primera excusa que han tenido para legislar sobre los cortes del servicio de ADSL sin mediación judicial. Eso nos deja a los ciudadanos completamente desvalidos y sin la tutela judicial que nos corresponde.
Sin embargo la nefasta González-Sinde, que probablemente ha sido la peor titular del Ministerio de Cultura que ha tenido este país, quiso, ya que se abría el melón, sacar alguna raja de más. Y así, llevada de la mano de sus amigos de la SGAE, metió de forma descarada en una Ley de Economía presuntamente sostenible algo que nada tenía que ver con la sostenibilidad.
Lo insultante, además de la desfachatez que supone meter de clavo semejante pegao a una Ley, sin que tenga mucho que ver con ella, es el atentado que supone hacia los derechos de los internautas. Simplemente venía bien. Era la primera ley que se iba a aprobar, y no iban a perder la oportunidad. Si hubiese sido una ley sobre el uso del suelo agrícola, también habría caído con la misma cara dura. No me cabe duda.
En España ningún gobierno (y el actual no es una excepción) ha tomado en cuenta los intereses de los internautas, sin darse cuenta, estúpidos ellos, de que internautas somos, cada día más, casi todos. Sin darse cuenta, estúpidos ellos, de que cada día más, internauta será sinónimo de ciudadano, porque quien más quien menos, todos tenemos o tendremos una vida en Internet, que irá desde presentar la declaración de la Renta, hasta hacer la compra, pasando por relacionarse con la gente, compartir fotos con la familia, comprar y vender, etc.
Y así sucedió que de golpe y porrazo este gobierno y su nefasta menestra de Incultura se encontraron encima de la mesa con un manifiesto que está dando la vuelta al mundo varias veces. Lo redactaron algunos, y lo secundamos casi todos. Estos idiotas, que no saben quiénes son los internautas, no tienen ni puñetera idea de lo que se les viene encima. Ya estamos hartos de que se entreguen nuestros derechos a la cueva de ladrones que es la SGAE y sus golfos apandadores.
Y efectivamente, así sucedió. Estaba claro que nuestro Gobierno nos la iba a clavar, pero no me imaginaba que iba a ser de una forma tan descarada. Lo cierto es que han utilizado la primera excusa que han tenido para legislar sobre los cortes del servicio de ADSL sin mediación judicial. Eso nos deja a los ciudadanos completamente desvalidos y sin la tutela judicial que nos corresponde.
Sin embargo la nefasta González-Sinde, que probablemente ha sido la peor titular del Ministerio de Cultura que ha tenido este país, quiso, ya que se abría el melón, sacar alguna raja de más. Y así, llevada de la mano de sus amigos de la SGAE, metió de forma descarada en una Ley de Economía presuntamente sostenible algo que nada tenía que ver con la sostenibilidad.
Lo insultante, además de la desfachatez que supone meter de clavo semejante pegao a una Ley, sin que tenga mucho que ver con ella, es el atentado que supone hacia los derechos de los internautas. Simplemente venía bien. Era la primera ley que se iba a aprobar, y no iban a perder la oportunidad. Si hubiese sido una ley sobre el uso del suelo agrícola, también habría caído con la misma cara dura. No me cabe duda.
En España ningún gobierno (y el actual no es una excepción) ha tomado en cuenta los intereses de los internautas, sin darse cuenta, estúpidos ellos, de que internautas somos, cada día más, casi todos. Sin darse cuenta, estúpidos ellos, de que cada día más, internauta será sinónimo de ciudadano, porque quien más quien menos, todos tenemos o tendremos una vida en Internet, que irá desde presentar la declaración de la Renta, hasta hacer la compra, pasando por relacionarse con la gente, compartir fotos con la familia, comprar y vender, etc.
Y así sucedió que de golpe y porrazo este gobierno y su nefasta menestra de Incultura se encontraron encima de la mesa con un manifiesto que está dando la vuelta al mundo varias veces. Lo redactaron algunos, y lo secundamos casi todos. Estos idiotas, que no saben quiénes son los internautas, no tienen ni puñetera idea de lo que se les viene encima. Ya estamos hartos de que se entreguen nuestros derechos a la cueva de ladrones que es la SGAE y sus golfos apandadores.
2 dic 2009
El complejo complejo de Miguel Strogoff
De vez en cuando me toca hacer algún trámite (últimamente me ha tocado hacer muchos), y sobre todo los referentes a algún estamento institucional, uno llama por teléfono, y solicita un papel… Generalmente es un papel que le han pedido en otro lado, no es que yo coleccione papeles. Ni mucho menos. Personalmente si por mí fuera, me bastaría un PDF firmado digitalmente por un emisor de firmas de confianza. Pero la Administración no sabe de eso. Así que a uno le dan la opción siempre de ir a solicitar (y luego recoger) el puñetero papel a una ventanilla. Como generalmente tengo mejores cosas que hacer que perder mi precioso tiempo en trámites absurdos, kafkianos y decimonónicos, solicito que si hay algún modo de hacer eso de forma “no presencial”, como por ejemplo (y sugiero) por correo electrónico. La respuesta siempre es la misma: “No, pero tenemos un fax”. Como si el fax fuese la quintaesencia de la tecnología. Como si fuese un digno sustituto del correo electrónico.
Señores de la administración, y gente en general. El FAX es una puta mierda, que usa tecnología del Pleistoceno. El fax requiere que yo imprima un papel, para meterlo en una maquinita, y que acto seguido tire a la basura ese papel, o lo use para envolver bocadillos. Además, lo que se transmite y finalmente llega a su destino dista mucho de parecerse al original. El escáner del fax es una basura, y no se transmiten escalas de grises. El documento que se recibe a menudo parece un partido de fútbol entre hormigas, más que algo inteligible. Eso por no hablar de la absurdez de enviar un carnet de identidad por fax, o el despropósito que supone que un fax al que uno tiene que enviar algo, comunique hasta el infinito.
Señores de la administración y gente en general. El CORREO ELECTRÓNICO no es algo moderno. Tiene ya cuarenta años de historia. No es tecnología de última generación, de la misma manera que no es un bolígrafo, o una calculadora de bolsillo tampoco son el último grito. Ustedes no es que no se hayan modernizado. Es que llevan diez lustros sin move ficha mientras la soceidad sigue su camino adelante. Dejen de trabajar con visera, manguitos y pluma de mojar y adopten una tecnología como el CORREO ELECTRÓNICO, que ahorra papel, tiempo, dinero, y mejora la eficacia y el servicio al ciudadano o al cliente que, en definitiva, se supone que es para lo que están ustedes ahí. Venga, ya están tardando.
Señores de la administración, y gente en general. El FAX es una puta mierda, que usa tecnología del Pleistoceno. El fax requiere que yo imprima un papel, para meterlo en una maquinita, y que acto seguido tire a la basura ese papel, o lo use para envolver bocadillos. Además, lo que se transmite y finalmente llega a su destino dista mucho de parecerse al original. El escáner del fax es una basura, y no se transmiten escalas de grises. El documento que se recibe a menudo parece un partido de fútbol entre hormigas, más que algo inteligible. Eso por no hablar de la absurdez de enviar un carnet de identidad por fax, o el despropósito que supone que un fax al que uno tiene que enviar algo, comunique hasta el infinito.
Señores de la administración y gente en general. El CORREO ELECTRÓNICO no es algo moderno. Tiene ya cuarenta años de historia. No es tecnología de última generación, de la misma manera que no es un bolígrafo, o una calculadora de bolsillo tampoco son el último grito. Ustedes no es que no se hayan modernizado. Es que llevan diez lustros sin move ficha mientras la soceidad sigue su camino adelante. Dejen de trabajar con visera, manguitos y pluma de mojar y adopten una tecnología como el CORREO ELECTRÓNICO, que ahorra papel, tiempo, dinero, y mejora la eficacia y el servicio al ciudadano o al cliente que, en definitiva, se supone que es para lo que están ustedes ahí. Venga, ya están tardando.
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