Llamadme nostálgico, pero he tenido una especie de visión retrospectivo-comparativa acerca de dónde se hacía hincapié en el sistema de enseñanza antes y ahora. Antes, los desconchones en la pared formaban parte del paisaje escolar, pero los contenidos educativos eran más extenso. Aún recuerdo a viejos profesores contándonos en los 80 cuánto habían mermado los contenidos de su asignatura en su trayectoria profesional. No quiero no pensar qué dirían hoy en día viendo desaparecer enormes áreas de conocimeinto en Geografía, Literatura, Filosofía, Latín, Física y Matemáticas en favor de chorradas como "el océano del Amor" o similares.
Hoy en día parece impensable que un colegio (no uno público y mucho menos uno concertado), tenga un aspecto como el de la foto. Sin embargo veo día a día enormes carencias de organización y sobre todo docentes tanto en el sistema educativo en sí, como en los profesores individualmente, quienes, con libertad de cátedra podrían (si quisieran y/o pudieran), sobrepasar los mínimos exigibles del programa. Y todo esto lo digo sin querer entrar ahora en el debate de si los profesores de una sociedad son mejores o peores en función de cuánto decide pagarles esa sociedad, sino simplemente valorando en general los resultados educativos, la percepción general de la enseñanza, etc.
No culpo de esto al sistema de enseñanza ni a la dirección de los colegios, ni tampoco a los profesores. No sólo, al menos. También es culpa de una sociedad guiada cada vez más por las apariencias, por lo superficial, que no se molesta en profundizar si el envoltorio no convence al primer vistazo. Una sociedad donde cada vez se oye menos aquello de "me da igual que este bar sea cutre, porque yo vengo aquí por las tapas".
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