Como lo que sigue es parte de la historia, no sé si considerarlo realmente spoiler. ¿Es spoiler decir que en una peli de la Segunda Guerra Mundial pierden los alemanes o japoneses? Pero en cualquier caso, continúa bajo tu responsabilidad.
El hecho es que cuando apareció Rush (2013), aunque cada vez veo menos cine del llamado comercial, no pude resistirme, por narrar la película la historia de aquel año de 1976 que James Hunt y Niki Lauda vivieron peligrosamente. Aquel en el que Niki dejó de puntuar en tres carreras impidiéndole revalidar el campeonato del mundo de Fórmula 1 y que finalmente se llevó Hunt por los pelos. Aquel en el que Niki tuvo el accidente que marcaría definitivamente su vida y su carrera, (perdió el título mundial, y Ferrari se deshizo de él, que pasó a correr los Brabham con los colores de Parmalat).
La imagen que siempre tuve de James Hunt se ha dado algo de bruces con la mostrada en la película y me ha traído a la memoria los antecedentes de Ron Howard con su contestada representación de John Forbes Nash y su realidad en A Beautiful Mind (2001). No soy su biógrafo (ni mucho menos) pero siempre tuve a Hunt por un bromista amante de la buena vida y no tanto por el chulo agresivo interpretado por
La interpretación de Daniel Brühl como Lauda me parece magistral. El inglés con acento alemán (no le habrá costado mucho) consigue una inmersión perfecta que unida a su caracterización hace que a veces se dude de si tenemos delante a Brühl o al propio Lauda.
Del resto del reparto poco puede decirse ya que tienen un papel poco menos que testimonial. La película es en sí misma un duelo entre Brühl y Hemsworth. Las escenas de carreras son trepidantes
En definitiva me ha parecido una cinta bien documentada y excelentemente dramatizada por Peter Morgan, que tiene en su cartera los papeles de The Queen (2006) o The Last King of Scotland (2006), además de alguno otro fiasco perfectamente obviable como Colditz (2005), todo sea dicho. Con un tratamiento muy elegante de un tema que podría haber servido para cebarse en el morbo del accidente y sus secuelas a lo Scorsesse. El ritmo va in crescendo hasta el final dejando un exquisito sabor de boca con su conclusión. Una película que no necesita ser un fanático de la Fórmula 1 para ser disfrutada y que conseguirá emocionar a más de uno con una historia sin buenos ni malos, sin la moralina a la que estamos acostumbrados, y que simplemente muestra el respeto que surge de la sana rivalidad entre dos personalidades radicalmente contrapuestas de dos competidores del más alto nivel.
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