La esencia de esta idea es que, como dice la Biblia, hemos venido a este valle de lágrimas a sufrir, pero nada pone en las sagradas escrituras de que no podamos aliviar esa pesada carga a base de billetera. Así que la vida, en su versión básica, como los coches alemanes, sólo puede concebirse como una putada continua de la cuna a la tumba. Pero siempre se le pueden poner extras a golpe de talonario.
Y aquí entra en juego la hipocresía de la que hablaba al principio. Desde la Guerra de Cuba, en la que las familias adineradas que se golpeaban el pecho por la patria en la tertulia del casino, pero pagaban la tasa para librar a sus hijos de la trinchera caribeña, hasta la niña de papá que tras una juerga en la movida madrileña se dejaba el embarazo no deseado en Londres y volvía purísima para casarse de blanco. Hoy, la doctrina es que Dios dice (nadie tiene muy claro dónde lo dice) que un niño necesita un padre y una madre. Y si gobierna el partido de Dios, el Estado es Dios, así que el Estado no puede consentir que una mujer sea madre soltera. Eso sí, esos mismos amantes de Dios y su doctrina no tendrán escrúpulos en hacerse madres solteras, como es el caso de Alicia Sánchez Camacho o la misma María Dolores Cospedal, claro, porque se lo pueden pagar, póngase Dios como se ponga.
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