Mariano Rajoy, con luz y taquígrafos, o lo que viene a ser casi lo mismo, ante cámaras y micrófonos, realiza en la siguiente reflexión (por llamarla de alguna manera) en voz alta:
"Yo sé poco de este asunto, pero mi primo supongo que sabrá. Y entonces dijo: He traído aquí a diez de los más importantes científicos del mundo y ninguno me ha garantizado el tiempo que hará mañana en Sevilla. ¿Cómo alguien puede decir lo que va a pasar en el mundo dentro de 300 años?"
El caso es que Mariano cree firmemente que lo del cambio climático es un cuento, basándose en la sólida tesis de que su primo (¿el de Zumosol?) le dijo que había juntado a 10 científicos y no sabían qué tiempo iba a hacer la semana siguiente en Sevilla (donde su primo (¿el de Zumosol?) es catedrático de Física), de lo que Mariano colige que es tanto más imposible predecir cómo va a ser el clima dentro de 300 años. No obstante, Mariano, que hace gala de tener menos luces que una lancha de contrabando, demuestra, como dije antes no saber distinguir el culo de las témporas ni la meteorología de la climatología. Así, aún siendo yo incapaz de predecir qué tiempo hará la semana que viene, sí sé decir que en enero hace más frío que en agosto, que en abril lloverá y que en octubre hará un viento del carajo. Porque esa es la diferencia entre tiempo meteorológico y clima. Y el cambio no es cambio meteorológico sino climático, es decir, que independientemente de que el 23 de marzo de 2067 vaya a llover por la tarde, después de comer, o no, lo que sí parece claro es que si seguimos por este camino ese día se alcanzarán en Burgos unos 52 grados a la sombra, grado arriba, grado abajo.
Y es que no estoy criticando a Mariano por no creerse lo del cambio climático, que está en su derecho de creer o dejar de creer lo que le venga en gana, como quien no se cree que el Hombre llegase a la Luna o quienes piensen o hayan pensado que la Tierra es plana. Pensar chorradas, como pensar cualquier otra cosa, es gratis, libre, y humano. No. Por lo que critico a Mariano es por cuidar tan poco su argumentación, mezclando churras con merinas, y basar su oposición a la tesis del cambio climático en unos cimientos como los que aportó, propios de conversación de tasca de barrio de, pongamos, Villaverde bajo ("otra caña me va' a poné'"), pero no de alguien que se postula a si mismo como aspirante a la Presidencia del Gobierno de una potencia económica (la octava, para ser exactos).
Por supuesto, esperar una rectificación de Mariano, como de cualquier político sea del color que sea, todo sea dicho, viene a tener una probabilidad similar a esperar encontrar un puesto de Frigo en el norte de Groenlandia. Y es que parece que una de las cosas que se exigen a cualquier humano para dedicarse a la carrera política en España, es que abandone (si alguna vez la tuvo) toda práctica de la asunción de responsabilidades y la rectificación de errores. Y esto va por todos. Si el otro Mariano (Medina) levantara la cabeza...